No sé si había
otras expectativas en el seno de la sociedad gallega, pero si salvamos la
irrupción de Beiras, superando a su antigua formación el BNG, no cabía esperar
grandes sorpresas en las elecciones autonómicas. El triunfo de los
"populares" lo venían profetizando todas las encuestas. Cabe señalar,
no obstante, que el PP de Feijoo no solo no pierde la mayoría absoluta sino que,
favorecido por la fragmentación de la izquierda, amplía su ventaja en número de
escaños y no acusa especial erosión por la crisis, aunque no hay que soslayar
esa pérdida de unos doscientos mil votos con respecto al 20N. Por descontado,
se consuma en términos absolutos la debacle de los socialistas. Se veía venir,
por otro lado, un incremento significado de la abstención, casi siete puntos
por debajo de los resultados de los comicios anteriores, por la desafección
ciudadana de la política y los políticos. Ayer lo señalaba en mi cuenta de
twitter. Lo preocupante es que hay un fracaso del bipartidismo, con el
desmoronamiento del PSOE y, tanto a nivel central como en Galicia, el arco
social de la izquierda no nacionalista queda sin referente, cuestión grave en clave de salud
democrática. Todo esto puede ser, si se quiere, un alivio para Rajoy, pero su
desgaste es claro y evidente de ahí que el propio Núñez Feijoo se descolgara
del logo del partido e incluso descartara la coincidencia con Rajoy en los
mitines, salvo el de final de la campaña. Es lo que hay, expresión que no por
manida deja de ser gráfica. La gran lección creo yo es que el PSOE actual no
vale y urge su refundación y, desde luego, en adelante, la sonoridad en la
cámara gallega recuperará decibelios con el retorno del veterano Beiras, que
tendrá a su lado a la ferrolana Yolanda Díaz, que resulta también catapultada
por las urnas.
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