domingo, 28 de octubre de 2012
Claves para la crónica de la desesperación
Es probable que tenga que crecer la estadística
de suicidios y que el pueblo liso y llano tenga que saltar a la calle -como ya se
viene haciendo, pero en estampida más sonora- y se enfrente a los ejecutores cada
vez que suenen las campanas de alarma de un nuevo desahucio en cualquier ciudad
de España, para que se articule algún tipo de salida al gravísimo problema. No
es una nueva consecuencia de la crisis, antes bien es la consecuencia del paro
que arrastra a familias enteras a la
pobreza y a la exclusión social. Se quedan sin trabajo y sin vivienda, ambos
derechos que consagra la Constitución. Los últimos datos son aterradores, como
todo el mundo sabe. Al día se producen 526 desahucios. Es la tragedia que se
ceba en el sector más vulnerable y lo que resulta indignante sin que los políticos
hagan nada por remover la ley, que está concebida para situaciones normales,
tiempos de bonanza, circunstancias que nada tienen que ver con la realidad
actual. Sí, se ha decretado la dación en pago, pero bajo la condición de que
los bancos la acepten. El resultado está a la vista, ha crecido el número de
afectados. A esos bancos a los que tenemos todos que inyectarles dinero les
importa un bledo este gran drama, que se va convirtiendo en una bola de fuego
de efectos imprevisibles. Tampoco se quiere aplicar la normativa internacional
que frena la medida por motivos humanitarios. En suma, el desastre económico y
social que nos envuelve tiene varios frentes abiertos en los que a diario
se cierne la tragedia, mientras que los gestores de la crisis miran para el
otro lado, la UE como el BCE invierten millonadas en nuevas sedes y Alemania, en complot con
otros países del norte, sigue imponiendo la dictadura de la austeridad en las
naciones del sur. Claves para la crónica de la desesperación.
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