miércoles, 26 de noviembre de 2014

Álvaro Paradela, en el 35 aniversario de su fallecimiento, atropellado por un coche

El médico, escritor y poeta, en una reunión de colaboradores de "La Voz de Galicia" (Archivo del autor)
Un año más he de recordar la figura de Álvaro Paradela, al cumplirse en esta ocasión -el día 13 del mes que viene- el 35 aniversario de su fallecimiento, atropellado por un coche cuando se disponía a pasear su perro por la Carretera de Castilla, en cuyas inmediaciones tenía su residencia y consulta como médico rural. Paradela (Amaro Orzán) es un personaje completamente olvidado de los ambientes literarios gallegos y, sinceramente, sin tener, dadas mis limitaciones, la vara de medirlo como lo haría un profesional de la crítica, no obstante, creo que relegarlo al olvido es una injusticia manifiesta. Yo, pobre de mi, he llegado a editar "Diálogos con Álvaro Paradela. Ensaio, poesía e xornalismo" con la sana intención de recuperarlo, pero fue un vano intento. Es verdad que su obra (La Rosa que canta, esquelete espiritual dun home, asimetría glandular, la Galicia que duele, Irmaus tolos...) llegaba solo a los amigos, -únicamente se salva "Sabencias", que fue editada por Galaxia-ya que lanzaba ediciones no venales. Su popularidad como columnista y también como poeta fue muy notoria en los años sesenta y setenta. Era un gran aficionado a los neologismos, el caso más "glorioso" es el vocablo Ferrolterra y defensor de la galleguización de la toponimia. Freijeiro pasó a ser Freixeiro desde que el "aterrizó en Narón", por citar un ejemplo bien cercano. Llegó a hablar también de la posibilidad de crear un "tebeo" gallego para adultos, con historietas, retrancas paisanas, noticias, resúmenes literarios en color, caricaturas, etc. Como poseo toda su producción en narrativa breve "los "Cuadernos de Amaro Orzán" no descarto que algún día, si tengo el apoyo pertinente, podría llegar a editarse una antología de aquellos cuentos, preñados de un gran sentido del humor irónico y crítico, con los que, en su cumpleaños, obsequiaba a una amplia relación de amistades, incluidos periodistas de aquí y de allá que daban siempre acuse de recibo en sus respetivas columnas de prensa. A nivel ciudadano, hace bastantes años se dio su nombre a una plaza de Narón, más recientemente, una calle en A Coruña a propuesta de la Asociación de Prensa coruñesa y en Ferrol, la Sociedad de Artistas Ferrolanos (SAF) convoca anualmente un concurso de relato corto. Amaro Orzán, pseudónimo que también popularizó, había nacido en A Coruña en donde ejerció como médico y su trayectoria profesional se desenvuelve, además en Curtis, período breve y en Narón, en donde se estableció definitivamente, etapa a la que corresponde su mayor producción creativa como narrador, poeta y columnista. Llegó a militar en el movimiento anarquista y estuvo a punto de ser "paseado" en el 1936. 

viernes, 21 de noviembre de 2014

De Podemos y la Transición




Vale mejorar, cambiar el presente, pero no vale denostar la Transición, porque en ese momento se hizo lo que se pudo y de no haberlo hecho así tengo mis dudas de que se pudiera estar hablando en la clave en que hoy nos situamos. Obviamente, los principios en que se basó aquel proceso son abiertamente revisables, porque el tránsito fue muy condicionado. Hoy,  las circunstancias políticas y sociales han mudado y, evidentemente, los tiempos son llegados. Entonces, todos perdimos un poco. Pasar de una dictadura a la democracia sin movimientos traumáticos no sería posible de no hacer la operación tal como se hizo. Sin olvidar sucesos traumáticos como la matanza de Atocha o el propio intento de golpe del 23-F. Y, quede dicho, particularmente el que suscribe era en aquel momento rupturista, no reformista, pero andando el tiempo me percaté de que aquella era la Transición posible.
No se puede caer en la contradicción de invocar con frecuencia, "las conquistas sociales y de derechos alcanzados por nuestros padres y abuelos", Pablo Iglesias dixit, y por otro lado afear el proceso de la Transición, porque esta también fue una conquista en su momento de los padres y abuelos. En suma, está bien que pasen página, porque, en efecto, hay cuestiones que en ese momento no tuvieron encaje y quedaron pendientes, pero no me gusta el tonillo de fondo, el sonsonete con el que se refieren a la dichosa Transición. Y, además, corremos otro riesgo, que consiste en que bajo el manto largo y ancho de la corrupción metamos todo para, acto seguido,  invalidar y negar en términos absolutos casi cuarenta años de libre convivencia -el período más largo de estabilidad de la historia de España, tras siglo y medio de alternancias de dictaduras y democracia- lo que me parece una perversión total del discurso político.
Urge purgar y limpiar las sentinas de las instituciones, de los partidos políticos. Urge reinventar el noble concepto de la política, ahora vilipendiado. En esa línea emerge con fuerza sorprendente la formación que lidera Pablo Iglesias de la que se espera que vaya cobrando identidad con un programa concreto, que defina su pensamiento ideológico, porque eso de que no somos de derechas ni de izquierdas (sino todo lo contrario)  es pura indefinición, una entelequia.
No creo que este país se haya vaciado ideológicamente, antes bien pienso que la sociedad muestra hartazgo de los políticos, que es cosa bien diferente. No se debería permitir que los políticos ensucien la política y al final, los conceptos de la política y los políticos sean interiorizados como la misma cosa. Me niego a matar la política.

martes, 18 de noviembre de 2014

Seminarista

Alumnos del curso 1954, entre ellos el que suscribe, señalado con un circulo
Parece que los años terminados en 4  marcan hitos importantes de mi vida. En el año 1944 nací; en el 1954, ingresé en el Seminario para hacer la carrera de cura; en el 1964, me incorporé a filas (mili); en el 1974, ingresé en Ferrol Diario y ¡lástima! que fuera en el 1983 cuando ingreso en La Voz de Galicia. Por un año no se cumplió la constante. Se rompe absolutamente cuando soy llamado para poner en marcha y dirigir Diario de Ferrol, año 1999. Quiero quedarme, no obstante, en el 54. Todavía hoy dudo en los motivos que me llevaron al Seminario. No tengo conciencia de haber estado bajo presiones familiares. Es más, mi madre cuando se acercaba la fecha de marcharme, solo con diez años, allá por el año 1954, me preguntaba con insistencia si de verdad estaba decidido a irme al internado. Estoy convencido de que aquella pregunta repetida machaconamente buscaba una negativa mía. De hecho alguna vez me tiene recriminado mi testarudez. Mi padre no recuerdo que interviniera ni en un sentido ni en el otro. Es verdad que la carrera de cura daba prestigio a la familia y, además, era barata, se acomodaba a los recursos de cada cual, dato este muy importante si pensamos que estábamos a quince años del final de la contienda civil. Lo que guardo en la memoria es que de niño me impresionaban las solemnidades litúrgicas, el liderazgo del cura en la parroquia, el mensaje solidario con los más débiles, etc. Como muchos niños, me gustaba ayudar a misa y estar cerca de las actividades que en ese escenario se desarrollaban. Con este bagaje afronté el ingreso en Lourenzá en donde se cursaban los dos primeros años y con la vista puesta en el traslado a Mondoñedo para continuar los estudios. Alcanzar el Seminario mindoniense de Santa Catalina era toda una aspiración. Me imagino que para un seminarista empezar a vestir la sotana causará la misma sensación que, por ejemplo, para un alumno militar enfundarse en el primer uniforme de cadete. Luego pasarían siete años -en el 1961 planté la carrera- jalonados de numerosas experiencias y vivencias personales y colectivas. Me vine al finalizar el primer curso de Filosofía. Si ya esta materia tiene su complejidad de comprensión por el lenguaje conceptual y de la razón que la caracteriza, si, además, la clase se impartía en Latín, cualquiera se puede imaginar el esfuerzo que había que hacer. A mi modo de ver, un despropósito. En definitiva, este es el año del sesenta aniversario de mi ingreso en el Seminario de Mondoñedo, efeméride que celebro escribiéndola antes de que pasemos al 2015.


viernes, 14 de noviembre de 2014

Xosé Fortes, en Ferrol


No es la primera vez que el "capitán Fortes" ocupa tribuna en nuestra ciudad. La primera fue en el Ateneo poco tiempo después de ser puesto en libertad tras sufrir cárcel por ser un militar demócrata (Unión Militar Democrática). Más recientemente (2005) acudió invitado por la asociación cultural Fuco Buxán, que planteaó un debate con varios militares, entre ellos el ferrolano Miguel Bouza Carballeira, y ayer lo hizo respondiendo a la llamada del Club de Prensa de Ferrol. Estaba yo entonces en Ferrol Diario y recuerdo que nos llegó la filtración sigilosa de que iban a ser puestos en libertad los "Úmedos" Xosé Fortes, Luís Otero y Jesús Martín Consuegra, después de haber pasado tres meses en la prisión del Castillo de la Palma, uno de los dos que flanquea la bocana de la ría de Ferrol. Corría el año 1976. La salida de prisión estaba prevista para la medianoche y el que suscribe, de "motu propio" decidió ir a esperarlos a la puerta de la citada fortaleza. Me parecía que tenía que ser un momento singular, emotivo para aquellos oficiales valerosos que se habían jugado su futuro por defender la libertad y la democracia. Y allá me fui. A las puertas del castillo me presenté, les dije que era un periodista que quería vivir con ellos el momento de su libertad y que estaba allí, a título personal, para recibirlos. También se habían acercado a la prisión con el mismo motivo unas señoras, que luego descubrí que eran la madre y la tía del cantautor mugardés Xoán Rubia que invitaron a Fortes, Consuegra y Otero a casa de una de ellas, actitud hospitalaria que me hicieron extensiva. No sé hasta que hora de la madrugada estuvimos platicando de la experiencia de aquellos profesionales de la milicia, conversación animada, alrededor de mesa y mantel en la que se brindó con un vino del país, un pulpo a la mugardesa y otros "principios". Demócratas aquellos militares y demócratas, solidarias y hospitalarias aquellas señoras, que no era la primera vez que hablaban con los oficiales del Ejército. Tengo también otra anécdota, esta un poco "frívola". Una noche, al acabar la jornada, tres periodistas amigos decidimos ir a tomar una tapa-cena a una cetárea que había -y creo que hay- en San Felipe. Tras regar con un buen vinos aquellos aperitivos, ya fuera del establecimiento y situándonos frente al Castillo de la Palma, guitarra en ristre, entonamos alguna de aquellas canciones "el pueblo unido", "venceremos nós"...intermediando con algunos gritos de "libertad" con la pretensión de que nos oyeran los militares presos y a riesgo de que nos viniera a "rescatar" la Guardia Civil. En el limpio silencio de la noche, con las aguas de la ría en absoluta calma, las canciones "revolucionarias" y los "berridos" reivindicativos que proferíamos tenían que escucharse necesariamente en la otra orilla, dada la escasa distancia que media. En oportuno momento, optamos por abandonar el paraje y retornar a casa con la conciencia de que, de alguna manera, a nuestra manera, habíamos cumplido como ciudadanos solidarios con aquellos profesionales de la milicia que por ser demócratas dieron con sus huesos en la prisión. Historias.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Mi primera corresponsalía

Equipo de colaboradores de La Voz de Galicia (1965)
Esta foto, que ayer circuló por las redes sociales y que yo guardo enmarcada, es del año 1965. Por aquellas fechas no existía plantilla, propiamente dicha, de periodistas en la delegación de Ferrol de La Voz de Galicia, a la que pertenece la gráfica. La delegación local del periódico estaba regida por Francisco Valle Romero, que era, por las mañanas, Oficial Mayor del Ayuntamiento de Ferrol y por las tardes, periodista. Quienes cubríamos las páginas locales con gacetillas respondíamos a la típica figura de colaboradores o corresponsales. Los recuerdo a casi todos. Por la izquierda, de pie, un chaval que hacía de recadero, seguido de Couce Pereiro, que aportaba sus comentarios y luego sería alcalde; Vergara y César, que se encargaban de los asuntos administrativos; Gonzalo Fernández, economista, que pasó a residir en Madrid y escribió unos treinta libros sobre la economía agraria gallega; Paadin, fotógrafo; Antonio Martínez Barcón (Ambar), columnista y poeta; Man Castro, corresponsal para Covas, Esmelle y Marmancón; Orjales, que escribía crónicas de Fene. Sentados, por el mismo orden, Pita da Veiga, columnista de prensa y radio (en Radio Popular "Ferrol de noche" por Pita da Veiga); a continuación un señor que creo que tenía una panadería y era amigo de Valle Romero, que es el siguiente que se sienta al centro; luego viene un tal Jara, maestro de alguna escuela de Valdoviño ¿tal vez de Pantín? y corresponsal de esa zona y el médico forense Alfonso Couce Doce, que también era articulista y también fue alcalde hasta que en una moción de censura le arrebató el cetro su primo antes mencionado, Manuel Couce. Falta en esa foto el médico, escritor y poeta, Álvaro Paradela.  Mi trayectoria periodística comenzó precisamente en La Voz de Galicia. Estudiaba y era a la sazón el secretario de una sociedad ya desaparecida, el Club Asociación de Cobas, Esmelle y Marmancón y como quiera que la entidad generaba sus noticias de tipo cultural y social que yo llevaba ya redactadas a Francisco Valle Romero para que las publicase, a este no se le ocurrió otra cosa, viendo mis aptitudes, que nombrarme corresponsal para esas comunidades parroquiales de manera que a partir de ese momento empezó a aparecer la firma de Man Castro en el citado diario. Pero antes de que mandase la primera crónica, a Valle Romero le pareció oportuno presentarme haciéndome una entrevista. Nadie se puede imaginar la alegría, la satisfacción, las sensaciones que circularon por mi cuerpo y cabeza el día en que apareció la interviú. Mi nombre en letra impresa, en plan "figura" de relieve, tal como me dibujó Valle Romero marcó un antes y un después en mi juventud. Me alimentó la autoestima de cara a un horizonte profesional que anhelaba, estatus que años más tarde lograría.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Abatido el "mirlo blanco"

En esto de la política, las puñaladas traperas están a la orden del día y máxime en estos momentos en que se tiran los trapos sucios de la corrupción unos a otros. Y a ver ¿quién da más? Ayer saltaba a la palestra mediática el supuesto "mirlo blanco" del PP, el presidente de Extremadura José Antonio Monago. Parecía que actuaba como verso suelto, con cierta actitud díscola con respecto a sus correligionarios "populares". De hecho, los periodistas buscaban con frecuencia el cara a cara con él porque sabían que siempre les dejaría una "perla" para un titular. Pues resulta que tampoco es de los que se salvan de la crónica de escarnio y maldizer. Siendo senador acudía a Canarias dos veces al mes a verse con una amiga, incluso se habla de un crucero de placer, nunca mejor dicho,  tal como trascendió a los platós de la televisión. Hombre, su vida privada me importa un bledo, pero que con el dinero de Juan Pueblo se recree en la "dolce vita", bajo el pretexto de actividades de trabajo político, ya no es de recibo. Otro más de los que pasa a la lista de "credibilidad cero". El "mirlo blanco" fue abatido por un francotirador que incluso podría partir de las propias filas del PP, hartos algunos de sus compañeros de que Monago se paseara por los estudios de radio y televisión exhibiendo cierta pose de inmaculado y transparente.  En fin, un capítulo más de esta triste historia que escribe un país anestesiado por el impacto que un día sí y otro también recibe a través de los medios de comunicación, con sucesivos capítulos sobre política de alcantarilla en la que estamos sumidos.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Contradicciones

Anoche leía una información cuyo titular señalaba que Podemos se desmarcaba de una marcha contra las bases en Rota. La formación de Pablo Iglesias -que cuando escribo estas líneas observo que la encuesta de El País ya lo sitúa como primera fuerza- se encuentra con una de las muchas contradicciones con las que se puede topar en adelante, a medida que avanza y que se consolida en esferas de poder. Una cosa es predicar y otra dar trigo, reza con todo sentido el refranero popular. Una cosa es decir que no a todo y disparar contra todo lo que se mueve, cuando uno no es, es decir, cuando está en la oposición o ni siquiera ocupa escaño y otra ejercer tareas de gobierno en las que hay que conciliar muy diversos intereses. Eso es lógico y normal, por otro lado. A donde quiero llegar es que en política no debe haber dogmas de fe. Todo es muy relativo. La razón que esgrime Podemos de Rota es bien sencilla: las bases extranjeras generan allí empleo. Claro, humanamente entendible. Por quedarnos más cerca. En el tardofranquismo uno de los movimientos obreros más fuertes de España radicaba en la antigua Empresa Nacional Bazán, que protagonizó numerosas luchas y lideró conquistas sociales y sindicales. Nunca los partidos y sindicatos se han unido para protestar porque en los astilleros se construían barcos de guerra, bien dotados de armamento sofisticado, en teoría para matar. En As Pontes se ubica una de las empresas que, al menos en algún momento, fue de las que más emisiones contaminantes lanzaba al "cielo". Nunca los partidos y sindicatos han alzado su voz para pedir que se clausurase esa industria. A ver, cuando, sobre todo en estos momentos, lo que está en juego es el puesto de trabajo, vete tú a los que están desempleados, pasándolas canutas, a lo mejor incluso hambre, y diles que hay que oponerse al asentamiento de una industria que puede tener ciertos riesgos, como casi todas tienen, por cierto, o que hay que cerrar otras que responden a intereses militares extranjeros si de eso viven numerosas familias de la zona. El asunto es controvertido, para el debate, surgirán opiniones más o menos bien argumentadas de distinto signo, pero, como digo, con la que está cayendo, el empleo es el anhelo de millones de personas.