En esto
de la política, las puñaladas traperas están a la orden del día y máxime en
estos momentos en que se tiran los trapos sucios de la corrupción unos a otros.
Y a ver ¿quién da más? Ayer saltaba a la palestra mediática el supuesto
"mirlo blanco" del PP, el presidente de Extremadura José Antonio Monago. Parecía
que actuaba como verso suelto, con cierta actitud díscola con respecto a sus
correligionarios "populares". De hecho, los periodistas buscaban con
frecuencia el cara a cara con él porque sabían que siempre les dejaría una
"perla" para un titular. Pues resulta que tampoco es de los que se
salvan de la crónica de escarnio y maldizer. Siendo senador acudía a Canarias
dos veces al mes a verse con una amiga, incluso se habla de un
crucero de placer, nunca mejor dicho, tal como trascendió a los platós de la
televisión. Hombre, su vida privada me importa un bledo, pero que con el dinero
de Juan Pueblo se recree en la "dolce vita", bajo el pretexto de
actividades de trabajo político, ya no es de recibo. Otro más de los que pasa a
la lista de "credibilidad cero". El "mirlo blanco" fue abatido por un
francotirador que incluso podría partir de las propias filas del PP, hartos
algunos de sus compañeros de que Monago se paseara por los estudios de radio
y televisión exhibiendo cierta pose de inmaculado y transparente. En fin, un capítulo más de esta triste
historia que escribe un país anestesiado por el impacto que un día sí y otro
también recibe a través de los medios de comunicación, con sucesivos capítulos
sobre política de alcantarilla en la que estamos sumidos.
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