sábado, 30 de enero de 2016

El "Diario Ferrolano" (1903-1917) fue el primero de España en disponer de estación de telegrafía sin hilos



La sede del Diario Ferrolano, a la izquierda en la foto del archivo Nores Castro
José Leyra Domínguez en su "Ensayo en torno al periodismo ferrolano (1845-1987)" dejó escrito que en el año 1905 se había producido un acontecimiento de gran trascendencia, dentro de la historia del periodismo ferrolano. En dicho año se puso, por primera vez en España, un servicio propio de telegrafía sin hilos, al servicio del periódico, en su segunda etapa fundacional, El Diario Ferrolano (1903-1917), que en determinado período estuvo dirigido por Wenceslao Fernández Flórez. En el número 659, de fecha 5 de mayo de 1905, viernes, se resalta este hito pionera, cuando el rotativo tiraba 1.000 ejemplares frente a los 4.000 de El Correo Gallego.

Describe Leyra de la siguiente manera: "Junto al Palacio de Capitanía General se alzaron unos postes de 36 metros de altura, sostenedores de las antenas propulsoras de la onda eléctrica con que se comunicaban Ferrol y La Coruña, estrechándose, de esta manera, más los lazos de estos dos grandes pueblos del Arco Ártabro".

Entre los datos que facilita acerca de las referidas instalaciones subraya que representó un desembolso inmediato de 60.000 pesetas de las que 50.000 correspondían al coste de los aparatos necesarios, adquiridos a la casa "Telefunken", de Berlín; diez mil se habían ido a la construcción de los postes, las dietas de los ingenieros, el montaje de la citada casa alemana y otros.

La redacción del periódico aquel memorable día dirigió un primer radiograma que decía: "Mayordomo mayor Palacio, Madrid. Al inaugurar Diario Ferrolano sus estaciones de telegrafía sin hilos entre Coruña y Ferrol, complácese en dirigir a S.M., su primer radiograma, diciendo: "Viva el Rey!" Ruego  V.E., comuníquelo Monarca". Era el director Adolfo Lahorra y propietario-gerente, Rafael Barcón, hijo de Francisco Barcón, familia que luego compraría El Correo Gallego uniéndose los dos periódicos para acabar sobreviviendo este y desapareciendo el Diario Ferrolano.


Para aquella época, el precio del Diario era el de una peseta al mes, en provincias, cuatro por trimestre, en el extranjero nueve pesetas. "De todo su afán científico -escribe Leyra Domínguez- quedó solamente el triste epigonismo de una literatura casi encadenada a la disciplina política, incompatible con un mínimo necesario para la libre expresión artística".

De El Diario Ferrolano  Guillermo Llorca Freire, autor de "Historia da prensa ferrolá", recoge en su libro parte del relato que el propio Fernández Flórez hizo de su paso por Ferrol:
"Era un periódico considerable, de vida casi fastuosa, que montó por su cuenta la primera estación de telegrafía sin hilos que hubo en España, para poder recibir por la noche su información, porque el Estado no se había decidido a hacer permanente la estación telegráfica de la capital de su primer departamento marítimo"

De tendencia conservadora tuvo su sede en la calle Real, 92. (foto)

lunes, 25 de enero de 2016

De las andanzas del estudiante Queipo de Llano, jefe de una pandilla de chiquillos ferrolanos revoltosos

El teatro New England (1906-1923)
Gonzalo Queipo de Llano (1876-1951)
En donde está hoy el edificio de Correos,  estuvo instalado con anterioridad el teatro New England y antes de que este se levantara allí, el solar era un jardín, conocido popularmente como "El redondel". Escribe el periodista, poeta y escritor Manuel Barbeito Herrera (1855-1958), que aquel "era un paraje diabólico para el servicio de la Guardia Municipal" por las trifulcas entre los mozalbetes que allí se organizaban. Precisamente para controlar a la chiquillería revoltosa habían nombrado a un celador, el "Ratiño" que era el terror de los chavales.

Cuenta Barbeito Herrera el incidente protagonizado por el que era hijo del juez de primera instancia, que acaudillaba a una pandilla "adversaria, irreconocible e indomeñable de la policía urbana". Este muchacho, faro y guía de un tropel belicoso sería luego general (Queipo de Llano) "y en época imposible de olvidar ganó la Laureada capitaneando en Sevilla el Alzamiento Nacional".

Intentó el "Ratiño" detener a uno de sus enemigos, oponiéndose Queipo de Llano y los suyos motivo por el cual acudió a el Redondel la Guardia Municipal en masa, que recibió una lluvia de pedradas teniendo que intervenir el alcalde don Ricardo González Cal para apaciguar los ánimos. "Y aquí hubieran terminado las cosas -agrega el cronista-  de no promover el Ratiño el parte motivador de un sumario en el que tuvo que inhibirse el Juez por ser, según queda dicho, padre del principal de los encartados". Medió el presidente de la Audiencia, paró el proceso en juicio de faltas, salieron en libertad los detenidos y "a hombros de la triunfante hueste recorrió las calles el estudiante que al cabo de los años y en ocasiones tantas hubo de dar ejemplo de bizarra valentía", remata Barbeito Herrera.

Los escolares, capitaneados por el también estudiante  Queipo de Llano, acudían a clase de un tal doña Francisca, cursaban los últimos años del bachillerato y "empezaban a llamarse "cerillitas sin cabeza", según la definición local peyorativa".

Manuel Barbeito Herrera hizo referencia a este "motín" en el curso de un discurso pronunciado con motivo de un homenaje que le fue rendido por el Centro Gallego de Madrid el 21 de junio de 1958,  conferencia que tituló "La ciudad de los poetas y de las novias del amor ausente". Lo del amor ausente respondía a los períodos en que los marinos salían a navegar lejos de sus novias o esposas. Fue una conferencia muy interesante, en la que el autor recuerda las vivencias y experiencias de su niñez con gran anecdotario y numerosos datos que sumar a la intrahistoria ferrolana.

Gonzalo Queipo de Llano y Sierra (1876 - 1951) fue otro militar "saltimbanqui", de perfil muy parecido a Ramón Franco  Militar español, alineado primero con la República y luego adherido a la causa del dictador. Creo que vale la pena conocer algunos datos de aquel "jefe" de una banda de estudiantes que protagonizó el episodio que queda relatado más arriba.

Los datos son extraídos de "Biografías y vidas. Enciclopedia biográfica en linea".
"Gonzalo Queipo de Llano y Sierra fue cadete de la Academia de Caballería, y llegó a combatir en Cuba. En 1923 alcanzó el puesto de general, gracias a los méritos de guerra obtenidos en Marruecos. Simpatizante en un principio de la dictadura de Primo de Rivera, poco tiempo después arremetió contra ella y el general, por lo que en marzo de 1928 fue pasado a la reserva y postergado en su ascenso a general de división.
A finales de 1930 protagonizó una fracasada intentona republicana, junto con Ramón Franco Bahamonde y un pequeño grupo de oficiales y paisanos, al asaltar el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid), donde se hizo con la estación de radio y difundió la falsa noticia de que se había instaurado la República en toda España. Tras su estrepitoso fracaso se exilió a Francia, donde entabló amistad con Indalecio Prieto y Marcelino Domingo, entre otros exiliados españoles.
Al advenir la Segunda República regresó a España para hacerse cargo de la Capitanía General de Madrid, convirtiéndose en poco tiempo en uno de los militares fundamentales del nuevo régimen, apoyando con aplomo las reformas implantadas por Manuel Azaña, ministro de la Guerra. Ascendido a general de división, desempeñó el cargo de jefe del Cuarto Militar del Presidente de la República, hasta marzo de 1933 en que fue relevado del mismo a petición del jefe del Estado tras conocer éste una serie de comentarios desfavorables al Gobierno realizados por el general. A partir de este momento quedó relegado a segundo plano, aunque aún fue nombrado inspector general de Carabineros.
En abril de 1936 se entrevistó en Pamplona con el general Emilio Mola y, en una segunda entrevista se comprometió plenamente en el alzamiento militar contra la República al aceptar sublevar la VII División Orgánica con cabecera en Valladolid, más tarde sustituida por la plaza de Sevilla, al ser desplazado por el general Andrés Saliquet en la primera.
El 18 de julio de 1936, desde su destino en Huelva, se enteró oficialmente de la sublevación en la guarnición de África. Enseguida se dirigió a Sevilla, y tras detener al general José Fernández Villa-Abrille, jefe de la II División Orgánica, que se negaba a secundar la rebelión, proclamó el estado de guerra y ordenó detener al gobernador civil de la provincia y demás autoridades locales.
Así, pues, consiguió el control de la capital andaluza y convirtió a Andalucía en una de las bases logísticas de la España franquista, donde actuó como un auténtico "virrey de Andalucía" (como le llamaban en una y otra zona), autonombrándose jefe del Ejército del Sur y haciendo caso omiso a lo establecido primero por la Junta de Defensa Nacional y después por el general Franco. Ese mismo día 18, a las 10 de la noche, inició sus famosas charlas emitidas por Radio Sevilla".


lunes, 11 de enero de 2016

Arturo Azuela, matemático, músico y novelista mexicano tres años después de su fallecimiento

Arturo Azuela recibe un premio del Ateneo
Jovellanos de Gijón en noviembre de 2006
Hoy le dedico en mi blog estas líneas, a título póstumo, a Arturo Azuela (1938-2012), profesor, escritor, músico, periodista y académico, considerado miembro de la vanguardia renovadora de la narrativa mexicana, junto, entre otros, a Vicente Leñero y José Emilio Pacheco, ambos fallecidos en 2014. Tiene mucha obra narrativa, de ensayo y de divulgación. Era nieto de Mariano Azuela, uno de los grandes novelistas de la revolución mexicana.

Pues a esta gran personalidad llegué a conocerla con motivo de una reunión de la Asociación Iberoamericana-Filipina de Ateneos, celebrada en Gijón, organizada por el Ateneo Jovellanos, los días 16, 17 y 18 de noviembre de 2006, a la que fui invitado. La cita también congregaba a periodistas de ocho países. Allí estaba Arturo Azuela, un hombre que, por las intervenciones que le escuché en aquel foro, ejercía un pensamiento crítico, evitaba la condescendencia gratuita en los temas que se abordaban, sin hacer, por otro lado, ostentación de sus muchos méritos. Es decir, me pareció un hombre recio en sus exposiciones, pero noble y humilde en el trato.

Precisamente, a raíz de conocerlo allí, luego profundicé un poco en su trayectoria, leí una de sus obras más emblemáticas "Estuche para dos violines" (durante una década fue violinista de la Orquesta de Cámara y de la Filarmónica de la Universidad Autónoma de México), novela que gira en torno a un hecho real, el robo en 1936 del Stradivarius Gipson ex Huberman de 1713 y también un ensayo que le editó el Ateneo Jovellanos "Las Ciencias y el Quijote", que tuvo a bien regalarme durante el mencionado encuentro.

Me contó en aquella ocasión, que este trabajo le había costado muchas lecturas y relecturas de la obra cervantina, que había invertido mucho tiempo y que le había hecho mucha ilusión trasladar a negro sobre blanco las interpretaciones sobre el peregrinaje de don Quijote y Sancho Panza, tema tan de actualidad este año cuando se cumple el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes. No voy a extenderme en la obra. Puede quedar para otro momento, ya que lo que hoy quería era dar unas pinceladas anecdóticas del casual encuentro con Azuela.


Habíamos establecido buenas relaciones. Si mal no recuerdo, él en esa época estaba impartiendo docencia en la Universidad de Zaragoza. Llegamos a cartearnos tiempo después de la reunión de los ateneos y periodistas. Le invité a que viniese a Galicia, incluso sondeaba yo la posibilidad con directivos del Club de Prensa de traerlo a un Curso Gurméndez de verano. Me decía que tenía mucho interés en conocer esta parte de las rías bajas y altas, pero unos meses después me remitió otra carta en la que me decía que para las fechas de verano que yo le apuntaba le era imposible por sus múltiples ocupaciones. Perdimos el contacto y me enteré tardíamente de su óbito.