lunes, 11 de enero de 2016

Arturo Azuela, matemático, músico y novelista mexicano tres años después de su fallecimiento

Arturo Azuela recibe un premio del Ateneo
Jovellanos de Gijón en noviembre de 2006
Hoy le dedico en mi blog estas líneas, a título póstumo, a Arturo Azuela (1938-2012), profesor, escritor, músico, periodista y académico, considerado miembro de la vanguardia renovadora de la narrativa mexicana, junto, entre otros, a Vicente Leñero y José Emilio Pacheco, ambos fallecidos en 2014. Tiene mucha obra narrativa, de ensayo y de divulgación. Era nieto de Mariano Azuela, uno de los grandes novelistas de la revolución mexicana.

Pues a esta gran personalidad llegué a conocerla con motivo de una reunión de la Asociación Iberoamericana-Filipina de Ateneos, celebrada en Gijón, organizada por el Ateneo Jovellanos, los días 16, 17 y 18 de noviembre de 2006, a la que fui invitado. La cita también congregaba a periodistas de ocho países. Allí estaba Arturo Azuela, un hombre que, por las intervenciones que le escuché en aquel foro, ejercía un pensamiento crítico, evitaba la condescendencia gratuita en los temas que se abordaban, sin hacer, por otro lado, ostentación de sus muchos méritos. Es decir, me pareció un hombre recio en sus exposiciones, pero noble y humilde en el trato.

Precisamente, a raíz de conocerlo allí, luego profundicé un poco en su trayectoria, leí una de sus obras más emblemáticas "Estuche para dos violines" (durante una década fue violinista de la Orquesta de Cámara y de la Filarmónica de la Universidad Autónoma de México), novela que gira en torno a un hecho real, el robo en 1936 del Stradivarius Gipson ex Huberman de 1713 y también un ensayo que le editó el Ateneo Jovellanos "Las Ciencias y el Quijote", que tuvo a bien regalarme durante el mencionado encuentro.

Me contó en aquella ocasión, que este trabajo le había costado muchas lecturas y relecturas de la obra cervantina, que había invertido mucho tiempo y que le había hecho mucha ilusión trasladar a negro sobre blanco las interpretaciones sobre el peregrinaje de don Quijote y Sancho Panza, tema tan de actualidad este año cuando se cumple el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes. No voy a extenderme en la obra. Puede quedar para otro momento, ya que lo que hoy quería era dar unas pinceladas anecdóticas del casual encuentro con Azuela.


Habíamos establecido buenas relaciones. Si mal no recuerdo, él en esa época estaba impartiendo docencia en la Universidad de Zaragoza. Llegamos a cartearnos tiempo después de la reunión de los ateneos y periodistas. Le invité a que viniese a Galicia, incluso sondeaba yo la posibilidad con directivos del Club de Prensa de traerlo a un Curso Gurméndez de verano. Me decía que tenía mucho interés en conocer esta parte de las rías bajas y altas, pero unos meses después me remitió otra carta en la que me decía que para las fechas de verano que yo le apuntaba le era imposible por sus múltiples ocupaciones. Perdimos el contacto y me enteré tardíamente de su óbito. 

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