Arturo Azuela recibe un premio del Ateneo Jovellanos de Gijón en noviembre de 2006 |
Hoy le dedico en mi blog estas líneas, a título póstumo, a Arturo Azuela
(1938-2012), profesor, escritor, músico, periodista y académico, considerado miembro de la
vanguardia renovadora de la narrativa mexicana, junto, entre otros, a Vicente Leñero y José Emilio Pacheco, ambos fallecidos en 2014. Tiene mucha obra narrativa, de ensayo
y de divulgación. Era nieto de Mariano Azuela, uno de los grandes novelistas de
la revolución mexicana.
Pues a esta gran personalidad llegué a conocerla con motivo
de una reunión de la Asociación Iberoamericana-Filipina de Ateneos, celebrada
en Gijón, organizada por el Ateneo Jovellanos, los días 16, 17 y 18 de
noviembre de 2006, a
la que fui invitado. La cita también
congregaba a periodistas de ocho países. Allí estaba Arturo Azuela, un hombre
que, por las intervenciones que le escuché en aquel foro, ejercía un
pensamiento crítico, evitaba la condescendencia gratuita en los temas que se
abordaban, sin hacer, por otro lado, ostentación de sus muchos méritos. Es
decir, me pareció un hombre recio en sus exposiciones, pero noble y humilde en
el trato.
Precisamente, a raíz de conocerlo allí, luego profundicé un
poco en su trayectoria, leí una de sus obras más emblemáticas "Estuche
para dos violines" (durante una década fue violinista de la Orquesta de
Cámara y de la Filarmónica de la Universidad Autónoma de México), novela que
gira en torno a un hecho real, el robo en 1936 del Stradivarius Gipson ex
Huberman de 1713 y también un ensayo que le editó el Ateneo Jovellanos
"Las Ciencias y el Quijote", que tuvo a bien regalarme durante el
mencionado encuentro.
Me contó en aquella ocasión, que este trabajo le había
costado muchas lecturas y relecturas de la obra cervantina, que había invertido
mucho tiempo y que le había hecho mucha ilusión trasladar a negro sobre blanco
las interpretaciones sobre el peregrinaje de don Quijote y Sancho Panza, tema
tan de actualidad este año cuando se cumple el cuarto centenario de la muerte
de Miguel de Cervantes. No voy a extenderme en la obra. Puede quedar para otro
momento, ya que lo que hoy quería era dar unas pinceladas anecdóticas del casual
encuentro con Azuela.
Habíamos establecido buenas relaciones. Si mal no recuerdo,
él en esa época estaba impartiendo docencia en la Universidad de Zaragoza.
Llegamos a cartearnos tiempo después de la reunión de los ateneos y
periodistas. Le invité a que viniese a Galicia, incluso sondeaba yo la
posibilidad con directivos del Club de Prensa de traerlo a un Curso Gurméndez
de verano. Me decía que tenía mucho interés en conocer esta parte de las rías
bajas y altas, pero unos meses después me remitió otra carta en la
que me decía que para las fechas de verano que yo le apuntaba le era imposible
por sus múltiples ocupaciones. Perdimos el contacto y me enteré tardíamente de
su óbito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.