sábado, 16 de marzo de 2019

Hace un siglo, "otra" fuga sonada de un submarino alemán que reparaba en los astilleros ferrolanos y que acabó provocándose su hundimiento en el Segaño



Sesenta años antes de la fuga de Ferrol del buque ecologista R. Warrior en noviembre de 1980, es decir, hace un siglo (14-03-1919), se registraba otra “escapada” sonada con resultado de hundimiento protagonizada por un submarino alemán que había acudido a reparar a los astilleros locales e iba a ser incautado por los franceses.  Secuelas de la primera guerra mundial.
El caso es que el “U.G.48” salió, junto con otro de su mismo género pero de menor tonelaje de desplazamiento, el “U.B.23” en fase de pruebas. Este último regresó a puerto, pero el “U.G.48” emprendió una veloz huida. Según narra “La Voz de Galicia” pasó por delante del “Villa de Bilbao” saludando (en plan despiste) a su dotación y lo mismo hizo con otro buque surto en aguas de la bahía, el “Río de la plata”, pero el comandante de este se percató y le lanzó una granada que no llegó a su objetivo.
Al conocer las autoridades el hecho ordenaron que se hiciera a la mar el remolcador “Antelo” que salió en persecución de sumergible alemán. A todo esto, un cazatorpederos que regresaba de la vecina ciudad coruñesa se cruzó con el submarino, “que pasó por delante de ellos como una flecha”, virando rápidamente para seguir la estela del fugado hasta cruzarse por la proa para frenar la escapada. Esto sucedía a la altura del Segaño. En ese momento el submarino comenzó a hundirse y desapareció bajo las aguas en un santiamén. Las dotaciones del “Antelo” y el cazatorpederos creyeron que trataba de camuflarse, pero al poco tiempo vieron nadando a los marineros alemanes, procediendo a su detención.
Hasta aquí los datos de “La Voz de Galicia”. La información que aporta “El Correo Gallego” entra más en el detalle. Escribe el rotativo ferrolano que del torpedero que se cruzó por delante de la proa del submarino fugado salió un bote armado con el ingeniero naval Octaviano Martínez Barca y el tercera maquinista Nicasio Pita y de Ponte, quienes trataron de intimidar a los alemanes y sabiendo que habían abierto las válvulas de fondo trataron de obligarles a que las cerraran, pero el ingeniero del submarino dijo “que me maten, pero no lo haré. Además, ya es tarde”.
Precisa también “El Correo Gallego” que no solo actuó el remolcador “Antelo” sino que también lo hizo el “Toralla” con el ingeniero de la Armada Alfredo Cal, el capitán de fragata, Francisco de la Rocha y el alférez de navío Guillermo Arnáiz.
El periódico local opina que “ya decididos los alemanes a hundir el submarino en caso de que fueran apresados podían haber esperado 24 horas para hundirlo ante sus enemigos (buques franceses que acudían para recogerlos) evitando las responsabilidades a las autoridades que con tantas consideraciones les habían tratado”.
El “U.G.48” quedó hundido a la altura del semáforo del Segaño, a 30 metros de profundidad. En los días siguientes arribó un remolcador francés que incautó el otro submarino, el U.B.23. En el hotel Ideal Room sellaron  las habitaciones en las que se alojaban los mandos de los submarinos alemanes para requisar todo lo que de interés encontrasen.
No fue, pues, un caso único el del barco de Greenpeace, cuya fuga provocó un gran impacto mediático, pagando en esta ocasión las consecuencias el Capitán General de la Zona Marítima del Cantábrico, De la Guardia y Oya, que fue cesado.

jueves, 17 de enero de 2019

El poeta José Hierro, en el recuerdo

Los poetas Julia Uceda y José Hierro en Ferrol. Foto de Jorge Meis (2002)
Tengo al poeta madrileño José Hierro como hijo adoptivo de Ferrol, aunque realmente, en el mandato de Xaime Bello (BNG) (2002), le fue otorgada por la primera institución local la Insignia de Oro. Para el caso, tanto monta. Hierro acudió invariablemente durante más de veinte años, incluso “atado" visiblemente de algún "cable" cuando su salud se había quebrado, a formar parte del jurado del Premio Esquío, una actividad que en su día convirtió a Ferrol en referente internacional de la poesía, de la fiesta de la palabra.

martes, 8 de enero de 2019

La tradición del arroz con leche, más allá del siglo XIX y del clérigo ferrolano Fernández Varela

Foto de José Pardo en "La Voz de Galicia" (2017)

Por ir al rebufo de la actualidad, hoy me ocupo del postre ferrolano del arroz con leche, exaltado especialmente en el día del patrón de Ferrol, San Julián. Lo bueno es que se trata de un plato sabrosísimo, lo malo es que poco o nada se sabe de esta tradición. Se atribuye a una iniciativa del clérigo ilustrado, un preclaro intelectual ferrolano del siglo XIX, Manuel Fernández Varela, una personalidad generalmente desconocida, pero ahí se queda la historia, nunca mejor dicho.

Un servidor buscó y rebuscó en la prensa de la época alguna pista que aportara algo más de lo poco o casi nada que ya sabemos, empero inútil ha sido la labor. No obstante, en este ir y venir por las hemerotecas hallé un apunte que rompería con la creencia de que la costumbre de tomar este albo y dulzón postre se sitúa en el mencionado siglo XIX.  En El Correo Gallego de 7 de enero de 1917 Pedro Fraga de Porto escribe, refiriéndose al año 1762 (quédese el lector o lectora con este año en el que todavía no había nacido Fernández Varela)
…se acostaron (los ferrolanos) aquella noche pensando en la fiesta del santo patrono. Irían a la iglesia parroquial y comerían el inevitable arroz con leche al terminar la función solemne…pero nuestros antepasados al dirigirse al templo se encontraron con que la fachada se había venido abajo".
Manuel Fernández Varela
La referencia viene dada por la sorpresa que se llevaron los fieles ante el derrumbe de la iglesia, si bien nos queda claro en su redacción que esto del arroz con leche hay que situarlo con anterioridad al siglo XIX como parece confirmarlo el propio rotativo ferrolano de fecha 9 de enero de 1879 en el que se lee "Desde tiempo inmemorial la fiesta del patrón se solemniza con una función religiosa, dos o tres bailes organizados por sociedades de recreo y en el seno del hogar con el tradicional arroz con leche".

Esta teoría echa abajo la creencia de que el delicioso postre pudo haber sido una idea del sacerdote, Comisario General de Cruzada, miembro de la academia de la Historia, mecenas y filántropo, protector de artistas y literatos, Manuel Fernández Varela, que nació diez años más tarde de 1762, como queda escrito más arriba. Tal vez porque disfrutaba y compartía entre lo más granado de la sociedad madrileña de una buena mesa, haya sobrevenido la ¿errónea? creencia de que a él se debía la implantación del tradicional plato de arroz con leche.