Sesenta años
antes de la fuga de Ferrol del buque ecologista R. Warrior en noviembre de
1980, es decir, hace un siglo (14-03-1919), se registraba otra “escapada” sonada con
resultado de hundimiento protagonizada por un submarino alemán que había
acudido a reparar a los astilleros locales e iba a ser incautado por los
franceses. Secuelas de la primera guerra
mundial.
El caso es
que el “U.G.48” salió, junto con otro de su mismo género pero de menor tonelaje
de desplazamiento, el “U.B.23” en fase de pruebas. Este último regresó a
puerto, pero el “U.G.48” emprendió una veloz huida. Según narra “La Voz de
Galicia” pasó por delante del “Villa de Bilbao” saludando (en plan despiste) a
su dotación y lo mismo hizo con otro buque surto en aguas de la bahía, el “Río
de la plata”, pero el comandante de este se percató y le lanzó una granada que
no llegó a su objetivo.
Al conocer
las autoridades el hecho ordenaron que se hiciera a la mar el remolcador
“Antelo” que salió en persecución de sumergible alemán. A todo esto, un
cazatorpederos que regresaba de la vecina ciudad coruñesa se cruzó con el
submarino, “que pasó por delante de ellos como una flecha”, virando rápidamente
para seguir la estela del fugado hasta cruzarse por la proa para frenar la
escapada. Esto sucedía a la altura del Segaño. En ese momento el submarino
comenzó a hundirse y desapareció bajo las aguas en un santiamén. Las dotaciones
del “Antelo” y el cazatorpederos creyeron que trataba de camuflarse, pero al
poco tiempo vieron nadando a los marineros alemanes, procediendo a su
detención.
Hasta aquí
los datos de “La Voz de Galicia”. La información que aporta “El Correo Gallego”
entra más en el detalle. Escribe el rotativo ferrolano que del torpedero que se
cruzó por delante de la proa del submarino fugado salió un bote armado con el
ingeniero naval Octaviano Martínez Barca y el tercera maquinista Nicasio Pita y
de Ponte, quienes trataron de intimidar a los alemanes y sabiendo que habían
abierto las válvulas de fondo trataron de obligarles a que las cerraran, pero
el ingeniero del submarino dijo “que me maten, pero no lo haré. Además, ya es
tarde”.
Precisa
también “El Correo Gallego” que no solo actuó el remolcador “Antelo” sino que
también lo hizo el “Toralla” con el ingeniero de la Armada Alfredo Cal, el
capitán de fragata, Francisco de la Rocha y el alférez de navío Guillermo
Arnáiz.
El periódico
local opina que “ya decididos los alemanes a hundir el submarino en caso de que
fueran apresados podían haber esperado 24 horas para hundirlo ante sus enemigos
(buques franceses que acudían para recogerlos) evitando las responsabilidades a
las autoridades que con tantas consideraciones les habían tratado”.
El “U.G.48”
quedó hundido a la altura del semáforo del Segaño, a 30 metros de profundidad.
En los días siguientes arribó un remolcador francés que incautó el otro
submarino, el U.B.23. En el hotel Ideal Room sellaron las habitaciones en las que se alojaban los
mandos de los submarinos alemanes para requisar todo lo que de interés
encontrasen.
No fue,
pues, un caso único el del barco de Greenpeace, cuya fuga provocó un gran
impacto mediático, pagando en esta ocasión las consecuencias el Capitán General
de la Zona Marítima del Cantábrico, De la Guardia y Oya, que fue cesado.
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