jueves, 26 de abril de 2018

Goy de Silva ¿Olvidado? ¿Ignorado?

En los años noventa se decía que el ferrolano Ramón Goy de Silva era un gran olvidado, otros decían un gran ignorado. Uno tiene la percepción de que seguimos en las mismas, a pesar de su brillante trayectoria como poeta y dramaturgo. Viene al caso porque acaba de conmemorarse el 130 aniversario de su nacimiento.
En mayo de 1995, otro ferrolano, Ricardo Landeira, catedrático de la University of Wyoming de los EE UU, estudioso de la obra de Goy de Silva, vino a Ferrol con la pretensión de rescatar para la memoria colectiva “La vida y literatura del ferrolano Goy de Silva”, pronunciando una conferencia en el aula de cultura de Caixa Galicia, iniciativa que fue acompañada de una exposición de documentos del dramaturgo.
A su muerte  se publicaron varios obituarios de los que destaca uno de ellos, el de Manuel Suárez Serantes, que en La Noche del 12 de octubre de 1962, escribía “Gran pérdida para la literatura española…Se ha comparado a Goy de Silva con Jacinto Grau en su afán por regenerar el teatro nacional…escritor de minorías selectas…su prestigio, más en el extranjero que dentro de las propias fronteras…bien merece una calle en la capital departamental”.
Saínz de Robles dijo “extraño caso ya que este singularísimo y admirable poeta es uno de los valores más firmes de la moderna literatura española”. Germán Bleiberg en el Diccionario de literatura española: “su depurada calidad literaria es merecedora de atención mayor de la que goza este poeta por parte de críticos  e historiadores”. Torrente Ballester  Ten Panorama de la literatura española contemporánea (1961) analiza su teatro poético y reseña sus obras. Ricardo Carballo Calero: “Goy de Silva, poeta moi importante dentro do modernismo e que marca, ademais, a transizón aos movimentos de vangarda”.
Hurtado y otros en la Historia de la literatura española hace un estudio de su teatro simbólico y, finalmente, para no cansar, el que fuera cronista oficial de la ciudad, el poeta y escritor Mario Couceiro también reivindicó la figura de Goy de Silva en una sección que, ya jubilado, mantuvo en los años ochenta en La Voz de Galicia. Se podría hacer una larga lista de fuentes periodísticas que abordaron a Goy de Silva: La Voz, de Madrid, Mundo Gráfico, La Nación, Por esos mundosLa Ilustración Española y Americana, La Voz de Galicia, El Correo Gallego
Pues resulta que este hombre, con una prolífica obra, que recibió en 1911 en el Ateneo de Madrid el primer premio de la Academia de Poesía de manos del Rey, que fue incluso corresponsal de guerra en África para La Correspondencia de España, que triunfó por varios teatros españoles, dejó de escribir en el año 1955 y para sobrevivir se dedicó a la compra y venta de obra pictórica de autores famosos. Visitaba todos los años Ferrol y A Coruña y llegó a regalar dos cuadros de la escuela de Murillo a la iglesia de San Julián.
Obra publicada
“Sueños de noches lejanas”, “En el bosque de la diosa Milita Amylitis, esposa del Rey Saosduchin”, “El pueblo de la reina Mab”, “El coloquio de los astros”. Todas estas obras teatrales fueron editadas en Madrid en 1912, excepto la “Reina del Silencio” en 1911.
Poemas legendarios en prosa
“El Eco” (1913), “La de los siete pecados” (1913), Poemas bíblicos también en prosa, “La Corte del Cuervo Blanco” (1914); “El Reino de los parias” (1915), “Sirenas mudas” (1915); “El libro de las danzarinas” (1915)
Poemas de amor y muerte y de misterio
“La Caja de Pandora”, “Borrón y cuenta nueva”, “Crónicas de Marruecos” (1923). Esta última editada en Alcoy. “Cuenta de la lavandera”, “Antenas siderales” (1927) y “Mientras cantaban las ocarinas” (1949)
Cuentos titulados:
“Mi primera mujer”, “Una máscara me dijo”, “La amiga desconocida”, “Como me vengué del hombre cuco” (1949), “Viaje a Belén” (1949)
Varios villancicos y cuentos inspirados en la Natividad del Señor
“Las educandas-Diario de una colegiala” (1950) y en el mismo editó pequeñas obras: “La hija de mi amada, “Espejito nuevo”, “El casamiento de las rosas”, “Fénix prisionero”, “Gran mundo”, “Salomé” y “Oscar Wilde”.

martes, 24 de abril de 2018

El cura Cuco, en el 40 aniversario de su fallecimiento

Al centro, el cura Cuco en el curso de una excursión con amigos y feligreses
Tal día como hoy del año 1978, hace 40 años, era enterrado el cura Eliseo (Cuco) Ruiz de Cortázar. Adjunto una foto que tengo en mi archivo, procedente del fondo documental de "Ferrol Diario" que evidencia la multitudinaria manifestación de duelo que se organizó aquel día en la necrópolis de Catabois. Familiares, amigos, centrales sindicales, asociaciones vecinales, culturales, gente de todas clases sociales…quisieron testimoniar su reconocimiento a la figura de este sacerdote, que se nos fue demasiado pronto, con solo 47 años vividos, allá por el 1978 del siglo pasado.
En su día, al cumplirse el treinta aniversario de su óbito, se me pidió un testimonio que se publicó en un libro-coral editado por la Asociación de Vecinos de Caranza que lleva su nombre, lo mismo que una calle del barrio. Entonces señalaba el que suscribe que el Concilio Vaticano II había marcado a muchos curas que deseaban romper con el viejo concepto de la iglesia dogmática, arrimada al poder y a las clases dominantes. En esa doctrina bebieron, entre otros, Cuco Ruiz de Cortázar. "Vosotros, los periodistas -me dijo un día- sois como nosotros, los curas, buscáis la verdad". Me sentí motivado y, sobre todo, responsabilizado.
Su gran preocupación fueron siempre los más débiles de la cadena humana, toda una doctrina de la vida o para la vida. Por su actitud solidaria con los menos favorecidos, con las luchas de los obreros y las causas justas, fue objeto de represalias por el régimen franquista, de ataques de los llamados Guerrilleros de Cristo Rey. ¡Miserias de un tiempo para no recordar!
En fin, memoria para Cuco, un referente moral y ético para una sociedad que entonces, años setenta, vivía ilusionada con la caída del franquismo y el advenimiento de la democracia.
El sepelio en Catabois constituyó una multitudinaria manifestación de duelo