domingo, 27 de mayo de 2018

Andrés Antelo Lamas (1774-1844) , ingeniero, inventor, constructor de relojes, ideó en el s. XIX un autómata que paseaba por las calles de Ferrol.




La figura de Antelo ha despertado siempre mi curiosidad y en uno de estos días de atrás me dediqué a hacer un rastreo por los periódicos antiguos para saber algo más de lo que ya conocía. Andrés Martínez Salazar,  firmaba en "El Correo Gallego" de 24 de diciembre de 1903: …"pocas ciudades podrán en el corto período de un siglo  ostentar, como Ferrol,  un cuadro más brillante y numeroso de hombres ilustres en todas las manifestaciones del entendimiento y laboriosidad humana".
Esta afirmación estaba hecha a propósito de abordar el personaje Antelo, constructor de relojes (Santiago, Lugo y monasterio de Sobrado), artífice de las máquinas de bombas de los diques viejos, las primeras que se montaron en Europa, inventor de quinqués, que llevaban su apellido, conocidos más comunmente como "velones Antelo"…Tenía tanta habilidad que sin conocer los signos musicales hizo varias mesas de música.

El historiador ferrolano Guillermo Llorca dice en su obra "Ferroláns" (Biblioteca de Ferrolterra. Edicións Embora) señala "Como exemplo da súa formación e pragmatismo adapta varios muiños da zona e con eles tornea os cañóns que acadan un magnífico rendemento". Recuerda  Llorca Freire que el ingenio y conocimientos de Antelo Lamas hacen que alcance en 1811 la graduación de ingeniero extraordinario de la Real Armada. Fue director de la fábrica de la moneda de Jubia en dos ocasiones y dirigió talleres varios.

De las obras "imperecederas" de los ferrolanos da fe el titular de "La Noche" de fecha 14 de agosto de 1965, al abordar el reloj de la catedral de Santiago construido por Andrés Antelo Lamas. Es curioso, antes de seguir, que en uno de estos reportajes del citado rotativo, datado en el 6 de mayo de 1952, Jesús R. Alvite subrayaba "…su autor  (del reloj) fue el ingeniero compostelano don Andrés Antelo, nacido en la inmediata parroquia de Conjo", cuando realmente nació en Ferrol el 27 de mayo de 1774 y falleció el 25 de mayo de 1844. Casi llega a nacer y a morir el mismo día del mismo mes con 70 años de diferencia. 

Decía R. Alvite en "La Noche", de 6 de mayo de 1952, que el reloj de la catedral de Santiago, construido en 1831, nunca había sido sometido a reparación alguna durante 27 años y en un alarde de periodismo divulgativo, explicaba que recibía cuerda desde 1890 "por los servicios de la "Casa Gamallo", cuerda que duraba 12 horas. En este menester actuaban dos personas y en la operación invertían doce minutos. Utilizaban una manivela "y el trabajo era un alarde fuerza". La pala de las horas pesa o pesaba 500 kilos, la de los cuartos, 200 kilos. Las campanadas, escribía el periodista compostelano, son audibles en La Estrada.


Encima del reloj se leen dos inscripciones de clásico estilo, firmadas por Andrés Antelo, están en latín y la de mayor importancia traducida dice lo siguiente: "Del mismo modo que huye esta máquina al empujar las horas con sus no interrumpidos movimientos y no permite la más pequeña dilatación así escapan los tiempos, así va corriendo la vida de los hombres hasta que la corte con su güadaña la Parca poderosa".

Volviendo al personaje Antelo, Borobó en su sección de "Anacos" escribió:
"Llegó a construir mucho antes que los fantásticos técnicos de Yankilandia un "robot", o sea, un hombre mecánico. El muñeco de Antelo anduvo por las calles de Ferrol con una firmeza y un aplomo que causó asombro en la ciudad departamental. Una evocación del robot de don Andrés paseándose entre las damiselas ferrolanas que estrenan romanticismo, bien merece una glosa de una pluma más galana que la nuestra en este tiempo de hogaño en que la cibernética está de moda", acuñaba Borobó.

El Ayuntamiento de Ferrol le dedicó una calle en el barrio de Esteiro y su nombre figuraba en la popa de un remolcador.

viernes, 4 de mayo de 2018

MANOLO RIVERA, UNA DEUDA PENDIENTE




"Manuel Rivera formó con Silvosa y Basterrechea la mejor media del Racing de todos los tiempos". "Manuel Rivera fue el mejor medio centro que dio Galicia, intratable en el juego por alto, completamente inútil discutirle un balón". "El hacer un canto a sus méritos sería una labor inacabable y que en todo momento resultaría pálida con la realidad. Fue el más grande futbolista que salió de la cantera local".

Estos, entre otros, -solo seleccioné unos pocos para no cansar- fueron titulares o valoraciones en prensa de la época a la hora de enjuiciar la figura deportiva de Manuel Rivera, que dio durante muchos años su nombre al viejo Inferniño. Al construirse el nuevo campo de A Malata se ignoró la memoria de este gran jugador racinguista, que merece cuando menos la erección de ese busto que con ocasión de un partido de homenaje en los años cincuenta se proyectaba materializar y que, finalmente, quedó pendiente.

En el aspecto físico y humano se dijo: ancho de cuerpo, redondo de cara, rubio el color, dulces ojos, noble dentro y fuera del campo. Con gran sentido del humor, apreciaba tanto a su Ferrol y a su Racing que descartó ofertas importantes de equipos poderosos de la época para quedarse defendiendo los colores verdes de su equipo. Pedro Basterrechea precisó en aquel momento que pudo ser internacional de haber alineado con el Madrid o Barcelona.

Tras retirarse se dedicó en cuerpo y alma al club Ferrol. Sarmiento Birba escribió "Hizo de todo, desde entrenador eventual a preparador físico,  desde utillero y hombre del "agua milagrosa" a delegado en viajes y concentraciones. El crítico deportivo propuso, tras su fallecimiento, que se le denominase honoríficamente  "mister Racing".


Datos biográficos

Nacido en A Graña en 1904 inició su carrera a los 18 años en el "Deportivo Ferrol", destacando prontamente. Los coruñeses lo llevaron con Cancela al Deportivo para jugar, primero contra el "Vigo" y el "Fortuna" y después contra la fusión de ambos, el Celta. Más tarde, formando parte del equipo herculino jugó contra la selección uruguaya. En todos los compromisos brilló Manuel Rivera (Riverita) en su labor de medio centro.
En 1923 ingresa en el Racing y realizó diversas excursiones por la península con el Deportivo y el Eiriña de Pontevedra. Fue propuesto para "posibles" y "probables" de Madrid impidiendo su elección "ciertas zancadillas futbolísticas de ingrata recordación" escribía en El Correo Gallego el cronista que firmaba "Ra-Ra-Ra". En el año 1928, solicitado por el Celta acompañó al once vigués por América, pero, sorprendido por una dolencia no pudo alinear en ninguno de los partidos.
En una especie de biografía que publica el periódico ferrolano El Correo Gallego el 04-12-1928, "Ra-Ra-Ra" escribe: "Rivera es el medio centro galaico por excelencia; ningún otro le aventaja en el arte de distribuir juego, pocos poseen su chut y su clásico juego de cabeza es de lo más hermoso que pueda darse. Tiene un defecto, ser modesto, excesivamente modesto y una virtud, poseer el más acendrado espíritu de compañerismo".

 
Fotografía del equipo de los años veinte en cuya alineación aparece con un círculo

Partidos de homenaje en vida: 1926 y 1932

Rivera fue objeto de tres homenajes, dos en vida en los años 1926 y 1932 y otro póstumo en el 1955.
El 28 de septiembre de 1926 algunos periódicos daban cuenta de un homenaje a Manolo Rivera, rendido en el intermedio de un Racing-Celta (1-2). El acontecimiento deportivo viene recogido en "La Libertad" y "El Correo Gallego": "con extraordinaria concurrencia se celebró el partido de homenaje al medio centro Manolo Rivera. En el descanso recibió numerosos regalos, tales como 5.000 pesetas del Club y una sortija de oro con el escudo del Racing, obsequio de la peña "Nuevo Club".

En agosto de 1932 se celebró un partido de homenaje entre el Racing y un combinado gallego que terminó con el resultado de 3-2 favorable a las filas locales. Dice una reseña de este encuentro que de los dos goles de la selección uno fue en claro fuera de juego. Este partido tuvo repercusión en la prensa especializada y páginas deportivas de los periódicos nacionales. El rotativo Luz incluso concreta las alineaciones.
Selección gallega: Lilo; Neno, Alejandro; Marcial, Esparza, Fariña; Torres, Triana, León, Valcárcel y Polo.
Racing: Juan; Pardo, Moreno; Ginés, Rivera, Basterrechea; Toralla, Peguerul, Cupons, Barrios y Miranda. Otros periódicos como La Tierra, La Voz, el Heraldo de Madrid…dieron cuenta de esta cita en honor de una "gloria deportiva como Rivera Martorell".
El homenajeado recibió, entre otros numerosos regalos,  una valiosa estilográfica por parte del Racing y una medalla de oro del Celta de Vigo.



La polémica con el seleccionador nacional

En el año 1931 se produce una polémica a raíz de una decisión del seleccionador nacional Sr. Mateos que influenciado por su asesor en Vigo solapa a Rivera con un jugador del Celta, Vega, para formar parte del combinado español. En El Eco de Santiago se recoge esta protesta de los círculos ferrolanos por lo que consideran una injusticia manifiesta. En el mencionado periodico santiagués se dice (sin firma) que Rivera es el "único e indiscutible medio centro de Galicia y España, pese a todas las campañas en contra". En esa ocasión España se enfrentaba a Italia en San Mamés. El periodista que esto afirma invita al seleccionador nacional a que vea él, personalmente, el juego de Manuel Rivera y que no se deje influir por una actitud parcial de su asesor olívico. Y termina "Se explica, Sr. Mateos, concejal del Ayuntamiento de Bilbao, redactor-jefe de la Gaceta del Norte, seleccionador, recién casado…son demasiados oficios para desempeñarlos a conciencia".
En este contexto, Manuel Rivera envía una carta al Heraldo de Madrid en la que entre otras cosas dice "…el mismo hombre de confianza que ahora asesora al Sr. Mateos me ha llevado diversas veces a jugar a Vigo y hasta me embarcó en la aventura de la Argentina con el Celta, señal de que no era tan malo como ahora dice". En otro momento agrega "Nunca tuve pretensiones de ninguna clase y menos de ser seleccionado" y tras referirse a los favoritismos que se registran en los altos órganos federativos apostilla "yo quiero terminar mi modestísima carrera futbolística en donde la he empezado".


Muere con 48 años de edad

El día 15 de noviembre de 1952 fallece Manuel Rivera Martorell. Era joven todavía. Solo 48 años. Todas las necrológicas destacaban su preciosismo en el campo de fútbol y su talla humana como persona. Entresaco algunas afirmaciones de los obituarios del día siguiente. Orestes en La Voz de Galicia señala "Fue un extraordinario medio centro, el mejor de cuantos ha dado Galicia y uno de los mejores del fútbol español". En otra necrológica que no lleva firma se dice "modelo de deportistas y caballeros. El nombre de Rivera está ligado a las épocas más fecundas y gloriosas del fútbol regional…supo permanecer  siempre fiel a sus queridos colores desoyendo tentadoras ofertas de otros equipos…su fama traspasó las fronteras de Galicia extendiéndose por España adelante y países del extranjero".
El articulista "META" dice "espejo de deportistas, modelo de esfuerzo al servicio del club…fue el máximo puntal del Racing ferrolano en todos los tiempos".

Manolo Rivera, entrenador


Partido de homenaje póstumo: 1955

El encuentro de carácter póstumo se celebró el 15 de mayo de 1955, tras haberse suspendido el previsto para el 3 de enero de 1954 (combinado Ferrol-Celta contra el Deportivo) debido a que la directiva del cuadro coruñés no quiso en esa ocasión enviar a sus titulares para salvaguardar los intereses de la competición oficial.
Volviendo al 15 de mayo de 1955 he de resaltar que en aquel momento se hace constar en la prensa que con la recaudación de este partido sería erigido un busto que debería ser instalado dentro del estadio municipal que lleva su nombre, iniciativa, como antes precisaba, que podría ser ejecutada el año próximo cuando se celebren los fastos del centenario del Club, saldando así una deuda histórica, aunque sea sesenta años después. De esta manera me sumo al emplazamiento que en el mismo sentido hacía recientemente en las redes sociales, el critico literario, poeta y amigo Vicente Araguas.
El partido Racing-Deportivo, que terminó con la victoria de este por 3-1  fue arbitrado por Castiñeira -hombre corpulento y atlético, al que tuve oportunidad de conocer ocasionalmente allá por los años sesenta- al que se le entregó en el descanso el silbato de plata con incrustaciones de brillantes que fue adquirido por suscripción popular entre un grupo de aficionados como premio al ascenso de categoría del trencilla local.
Recuperando el programa del homenaje añadiré que antes del encuentro principal se disputó otro de veteranos ferrolanos contra coruñeses que finalizó con el resultado de 2-1 favorable a los locales. En el bando coruñés alinearon: Rodrigo, Ferrín, Ponce, Vigo, Neira, Alejandro, Breijo, Triana, Elicegui, Chacho y Diz.
En los ferrolanos: Yurrita, Moreno, Portugués, Silvosa, Basterrechea, Ferreiro, Toralla, Barón, Nidáguila, Herodes y Vázquez. Marcaron por los locales Vázquez y Barón en el primer período. El gol del honor de los herculinos se materializó en la segunda mitad, obra de Ponce ejecutando la pena máxima.
Respecto al partido central, el Deportivo alineó a: Otero, Tomás, Rodolfo (Zubieta), Irusqueta, Celma, Juananco (Marín), Polo, Bazán (Lexo), Pahiño, Gárate (Casteleiro) y Tino.
Por el Racing: Bernabé (Zamorita), Anca I, Olavide (Laredo), Anca II, Carlos, Ares, Chillón, Rafael Franco, Fábregas, Alcalde y Toñín.
Los tres goles de los coruñeses fueron marcados por Pahiño (2) y Bouza. El del honor de los ferrolanos, Chillón.
Ese día se llevaron a cabo ofrendas florales en el cementerio de Brión en donde fue enterrado y se descubrió un placa con el nombre de futbolista fenecido a la entrada del estadio. Hubo quien pidió que se erigiera un busto y la corporación local acordó, a su muerte, darle el nombre al terreno de juego del Inferniño, auténtica cátedra de Manolo Rivera.
Con tal motivo, la emisora de Radio Ferrol realizó un programa especial.


Campeones gallegos
Anecdotario


Él era auxiliar primero de servicios técnicos de la Armada y en los días de la sublevación militar contra la República "yo tuve que salir -cuenta él mismo Rivera- de la oficina para casa entre tiros, pero sin miedo alguno. En  vez de esconderme de portal en portal iba por el centro de la calle gritando con las manos en alto: Soy Manolo Rivera, muchachos no me disparéis" y como por suerte todos me querían mucho llegué a casa como había salido de la oficina".

En otra ocasión el equipo tenía que desplazarse a Vigo, pero no había cuartos para afrontar los gastos del viaje. Las crónicas señalaban que todo el mundo estaba muy quemado de poner dinero. "Todos tenían los bolsillos muy castigados con el dichoso Racing", se lee en una de la reseñas periodísticas. Pues bien, Manuel Rivera se fue al domicilio de dos directivos  y de un hombre de negocios y con el dinero en el bolsillo convocó a la plantilla y al chófer del autobús y llegaron a Vigo con el tiempo justo para la celebración del encuentro. Sin apenas descanso, saltó al terreno de juego y se partía el pecho controlando el centro del campo y enviando balones de cabeza a los extremos.

Una tercera anécdota. Durante un partido en el Inferniño, un joven rival llegó a arrebatarle un balón de cabeza, cosa muy rara, tal era la seguridad con la que actuaba Rivera, pero este al ver el lance derribó al otro jugador trabándole las piernas. El futbolista afectado le dijo "como me haces esto tú, Manolo" y Rivera lo abrazó por los hombros  y le espetó señalando al graderío: "si dejo escapar a un chaval como tú me pondrían a parir durante toda la semana. A fin de cuentas no te hice daño alguno".


No obstante su gran bonhomía personal y nobleza deportiva se vio envuelto en algunas situaciones polémicas, pero que fueron debidas más a malos entendidos que a deliberadas actitudes del jugador, Por ejemplo, en el año 1929, tras ganar el campeonato gallego, el Racing entra en una caída libre perdiendo algunos encuentros con los colistas e inmediatamente la Junta Directiva le aparta del equipo, junto con otros dos o tres "equipiers" (denominación de la época), pero a los pocos días sorprendido y disgustado se dirige a la directiva pidiendo su reincorporación, siendo admitido inmediatamente.


En los años veinte es inhabilitado por tres meses e incluso penalizado por alinear indebidamente con el Deportivo, pero estas situaciones se dieron por supuestos "chanchullos" de los gestores del equipo coruñés a los que Rivera se confiaba en la creencia de que habían solicitado la debida licencia al organismo federativo correspondiente.