Ya
nos hemos acostumbrado a la ausencia de la violencia etarra, ya el terrorismo
no figura en la relación de las preocupaciones de los ciudadanos españoles, ya
se han retirado numerosas escoltas, ya va desapareciendo la psicosis...aunque
las heridas ocasionadas por tantas muertes sin razón y la fractura social
generada en el seno de la sociedad vasca están muy presentes en la memoria
colectiva, mientras que, por otro lado, la banda sigue sin entregar todavía las
armas. No obstante, cuando, como en este fin de semana, surgen titulares
relacionados con la detención de etarras vuelve a situarse ante nosotros la alargada sombra de la muerte, del tiro en la nuca, de la bomba lapa, de la extorsión y
los secuestros, en fin, las cuentas negras de un rosario de barbaridades
cometidas en las últimas décadas, por las cuales los asesinos deben de pagar el
correspondiente precio. Al hilo de las detenciones, también se pone sobre el
tapete el admirable comportamiento de las autoridades galas, cuya colaboración
ha sido decisiva en la derrota del terrorismo. El propio ministro del interior francés
remarca que mientras España se lo pida continuará contribuyendo a desmontar los
últimos reductos de la banda que históricamente tomó el vecino país como
refugio. Aunque la nueva situación de abandono definitivo de la violencia exija
la revisión de algunas medidas, no ha dejar de subrayarse que la acción
contra ETA continúa, que no se ha bajado la guardia y que el final de este tipo
de actuaciones sobrevendrá cuando los etarras entreguen armas y municiones con
las que todavía se arropan como acabamos de ver.
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