jueves, 11 de octubre de 2012
El ventilador
Llegó
la campaña electoral, es la hora de poner a funcionar el ventilador. Es una práctica
"tradicional" esperar al adversario político y unos días antes de que
las urnas hablen destapar alguna corruptela o poner en solfa, de alguna manera
-todo vale- la honorabilidad del candidato. Recordemos en el pasado reciente aquel
viaje de placer en yate del que fue vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana,
o en este momento el desplazamiento de Feijoo en avión de un multimillonario
emigrado, o los contratos de la Xunta con una hermana del presidente, que es apoderada
de una importante firma de limpieza. En la inevitable espiral, porque denuncias
generan nuevas denuncias, se recuerdan otras "historias", se
relacionan a quienes están imputados en presuntos delitos y se utiliza la
pueril estrategia del "y tú más", convirtiendo el escenario político
en el patio de un colegio. Por otro lado, no es la primera vez que en estos
debates cara a cara incluso se pacta el silencio sobre asuntos que son espinosos
y que afectan a las formaciones en liza. Esta es la musiquilla de fondo que
precede a la gran fiesta democrática que es la convocatoria de elecciones y que
siembra la desazón y no anima precisamente a la participación, lo que se suma
al fracaso en que un Gobierno detrás de otro incurre en la gestión de la crisis.
No obstante, he de confesar que sigo creyendo en la política como una palanca o
pilar indisociable de toda sociedad democrática, pero me alineo con quienes claman
por el viraje urgente y copernicano de la metodología, por la regeneración, por
la revisión en profundidad de la arquitectura de las formaciones políticas, por
la recuperación de valores cívicos hoy pisoteados y denostados, con el fin de
erradicar ese fenómeno cada vez más presente en la sociedad que es la desafección por parte de la ciudadanía de la política y de los políticos.
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