jueves, 29 de noviembre de 2012

¿Y ahora qué?


Nunca le concedí mayor importancia a la polvareda levantada con la ola soberanista catalana pretendidamente capitalizada por Artur Mas hasta el día 24 del presente mes. La prueba está en que apenas le dediqué espacio en las "Acotaciones". Y si alguna vez me referí a este tema fue para reprobar los despropósitos de algunos militares retirados que invocaban la toma de Barcelona con los tanques. No quiere ello decir que no tenga en consideración y respete las ansias independentistas que anidan en una parte importante de la sociedad de aquella nacionalidad histórica. Pero eso es harina de otro costal. El planteamiento siempre me pareció, igual que a otros analistas y voces mucho más autorizadas que la mía, que se trataba de una argucia a la que se quiso sacar el mayor rédito electoralista echando al propio tiempo una cortina de humo sobre el desgaste de una complicada gestión que llevó a la quiebra de las cuentas de la Generalitat por mor de la dichosa crisis. De hecho, la campaña electoral giró en torno al derecho a decidir, consulta, secesión, etc, no tanto sobre los problemas reales por los que atraviesa Cataluña. Creo que tanto CIU como el PSC llevaron el mayor varapalo por su improvisación. Mas empezó a esgrimir la bandera de la independencia en la jornada siguiente a la multitudinaria manifestación de la Diada, decisión que pilló con el pie cambiado a los socialistas catalanes que no supieron muy bien a qué lado virarse y optaron por salirse por la calle del medio, replicando con la propuesta federalista. Ambas cuestiones fueron planteadas de un día para otro cuando en realidad exigen un debate largo y tendido antes de emplazar a la ciudadanía a esa especie de plebiscito en que Mas, y al rebufo ERC, convirtió la convocatoria de unas elecciones anticipadas. Los libros de historia tendrán que recoger esta enorme torpeza o chapuza. CIU perdió la mayoría y es ahora la desahuciada. Nadie quiere saber nada de pactos de gobierno. Incluso, su socio, Durán i Lleida, que ya no las tenía todas consigo con esto de la independencia, tras las elecciones empieza a reconocer que todo pudo haber sido un error de estrategia. ¿Y ahora qué?

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