Escribí en una ocasión (en mi columna de los periódicos
del grupo La Capital, que titulaba "De esguello") que a Zapatero se le iba de las
manos la gestión de la crisis y que daba la sensación de andar a tumbos o a
impulsos. La historia se repite inexorablemente. Voy a poner un ejemplo
concreto que está en los titulares de la prensa de estos días y que es objeto
de un intenso meneo en las redes sociales. El caso de las tasas judiciales,
ejemplo de insensatez y chapuza, como lo prueba el hecho de que ha tenido que
posponerse su entrada en vigor porque no se habían elaborado los formularios. Pero
no solo eso, Gallardón no solo desquicia a la oposición y a la parte crítica de
la sociedad sino que ya le cantan las cuarenta en su propia casa. El edil
"popular" de Carballo, Castro Pombo, lo ha calificado como el peor
ministro de Justicia "con ser malo el anterior", dijo para compensar
y el propio presidente de la Xunta, Núñez Feijoo ha tenido también que salir al
paso pidiendo la reconsideración de la norma. Con
independencia de los colectivos de abogados y jueces que han mostrado su
rechazo o, cuando menos, su alarma. Aunque sea una reducción simplista, la
inminente subida de las tasas judiciales coloca a la Justicia en manos de los
ricos y desahucia, una vez más, a los menos favorecidos económicamente, bajo la acusación de que los españoles lo pasamos guay multiplicando la litigiosidad, es decir, vamos a los pleitos por entretenernos y hay que acabar con ese vicio para, de esta manera, aligerar la carga de los juzgados.
Recurrir un despido puede costar 500 euros y otro tipo de acciones se
sitúan en cifras exorbitantes, precisamente ahora, con la que está cayendo. A mi modo de ver, se
trata de normas recaudatorias, pero ¿de dónde se va a exprimir más el bolsillo
de los ciudadanos con todos los ajustes y reformas que se están llevando a cabo
que como estamos viendo colapsan la cadena de consumo y retratan un clima al límite
del estallido social? Un tuitero decía ayer que con esta iniciativa, el
administrado se verá obligado a tomarse la justicia por su mano. Ahí queda para
la reflexión.
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