Si
la huelga hubiese sido un fracaso estrepitoso no habría hecho falta titulares
tan gruesos y contundentes como los esgrimidos en las portadas de algunos
periódicos de Madrid. Algo evidente no necesita demostración. Por eso pienso
que si el sector mediático afín a la derecha (por el centro izquierda ya no queda
prensa escrita) se ha empleado tan a fondo para desacreditar la respuesta
ciudadana es que lo sucedido ayer tiene cierto alcance y, desde luego, es una
advertencia al Gobierno que, bajo el dictado de la UE, más concretamente
del poder financiero alemán, no ha parado de pisar el acelerador de
la austeridad hasta que han empezado a activarse líneas rojas como las de los
desahucios que no son más que la punta del iceberg, lo que obligó a sentarse a
Gobierno y oposición que ayer alcanzaban un acuerdo. Bruselas, que es la mano que
aprieta, ve la deriva que están tomando los acontecimientos y el mismo día de
la huelga general, viene a decir que España ya hizo todas las reformas y
ajustes necesarios, aunque con fecha de caducidad (hasta el 2014) echando una mano a Rajoy que acusa tremendo desgaste por la
gestión de la crisis y al que la UE por un lado y el propio ex presidente Aznar
que no parece estar de acuerdo con el rescate, por el otro, tienen bloqueado. Creo
que esa irrupción de Bruselas diciendo que España ya hizo los deberes podría
ser la primera consecuencia de la presión ciudadana, dicho quede frente a la opinión de los escépticos o de quienes consideran que las huelgas y protestas no sirven para nada. Al menos sirven para manifestar la desazón. No quiero entrar en el
"noxento" debate de las cifras al que ya estamos acostumbrados y que
varían hasta límites escandalosos y carentes de toda credibilidad, únicamente
justificables en el insano afán de desvirtuar el descontento social, cosa que ocurre con gobiernos de uno y otro signo.
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