Es
curioso el fenómeno que vienen mostrando las encuestas del CIS. Los españoles,
de un tiempo a esta parte, sitúan en los primeros lugares de sus críticas a los
políticos que, sin embargo, eligen cada cuatro años. Es casi el colmo de
nuestras miserias y desgracias. Es la pura evidencia de que elegimos a
sabiendas de que elegimos mal, pero es que no hay otra alternativa, estamos
condenados a sufrir esta grave frustración. Les damos nuestro apoyo para después
ponerlos a parir. Y no me extraña porque, además de otras lindezas
y despropósitos que ya oreamos en más de una ocasión, algunos transmiten una
imagen absolutamente pueril, de patio de colegio. Tras la victoria de Obama
nacen las odiosas comparaciones y se ejercita la práctica de vestirse con
plumas ajenas. Hace unos días el ministro de exteriores señalaba que el
Gobierno no tenía una candidato favorito en las elecciones de EEUU y al día
siguiente, tras conocerse los resultados, Margallo decía poco más o menos "ha ganado
el nuestro". Las citas se reproducen en Vigo en donde el exministro y
alcalde socialista, Abel Caballero, se afana en homologarse con Barack Obama,
mientras que la oposición municipal viguesa le replica diciendo que el
reelegido presidente es más afín a Núñez Feijoo. Y así nos va la vida, mientras
que lo único que realmente trasciende y hunde cada vez más a este país en la precariedad y la pobreza es la
lacra del desempleo que esta clase dirigente, que ahora se disputa el referente de Obama, es incapaz de frenar . Si el INEM acaba de subrayar la tendencia alcista,
Fomento le llena de razones y anuncia que prepara el ajuste de más de 1.000 puestos de trabajo en
Renfe y Adif e Iberia habla de un tijeretazo de 4.500 empleados. En EEUU lo
mejor está por llegar, en España está por llegar lo peor.
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