De resaca. La reunión de con mis compañer@s de Diario de Ferrol me supo a poco. A estas horas, once la noche del domingo me embarga cierta melancolía. Suele ocurrir cuando estás a gusto, cuando lo pasas bien. En este tipo de encuentros se habla un poco de todo, como no podía ser de otra manera. Y en estos momentos hay materia sobrada. El espíritu crítico va en los genes, de lo contrario no sería de periodistas de lo que estamos hablando. Pero como es un acontecimiento social con los consortes, hijos, los temas espinosos se abordan de pasada, porque lo importante es lo lúdico, lo festivo, la camaradería. Llegamos a la fecha predispuestos a entregarnos y pasarlo bien. Y de eso se trataba. El día, climatológicamente hablando, redondo. Al final, sobre las nueve de la noche, entraba la niebla procedente del mar de Covas. Era el momento en que el personal se retiraba haciendo votos de una tercera convocatoria para el 2013. Y yo me quedé pensando en que a pesar de que las circunstancias de todo tipo: económicas, políticas, tecnológicas, han dado un giro copernicano a las dinámicas de trabajo y a la propia convivencia entre periodistas, si marcamos la referencia de un tiempo pretérito en el que yo me hice con este oficio, me place ver a estas alturas que lo impersonal no ha quebrado lo personal y que la visión humana de la vida sigue siendo un elemento motor muy presente entre los jóvenes periodistas. Yo me hice en un periodismo de factura local, todavía con cierto maquillaje de bohemia (años sesenta cuando ejercía como amateur), enraizado en el afán de buscar la verdad informativa y servírsela en las mejores condiciones a los lectores. Hay algunos de estos valores (otros ya no se corresponden con los tiempos que corren) que yo palpé a lo largo de estos años de director de Diario de Ferrol en mis compañeras y compañeros, actitud que siempre he valorado porque ese tipo de periodista parece especie a extinguir. Véase las horas bajas por las que atraviesa la profesión en materia de credibilidad y prestigio. La sociedad tiene ya claves suficientes para distinguir un periodismo serio, honesto, imparcial de aquel otro que brilla por su amarillismo o excesiva politización. La plantilla de Diario de Ferrol es un ejemplo de buen hacer. La sociedad ha de reconocérselo y yo el primero. Buenos profesionales y magníficas personas. ¿Cómo no voy a estar a gusto y superfeliz entre ellos? El año que viene más.
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