Ayer lo vi contundentemente replicado en twitter por el magnífico periodista José Precedo, también El País se hacía eco de una comparecencia del sujeto en una conferencia del ínclito "popular" ourensano José M. Baltar, en donde fue saludado con gran camaradería por el presidente de la Xunta y otras dignísimas autoridades allí congregadas. Me refiero al ex banquero Mario Conde, muy metido en las redes sociales, figura destacada en los debates del canal de tv. Intereconomía y recibiendo honores y medallas por doquier. Hombre, a ver, en teoría ya expió su culpa y tiene derecho a la reinserción como cualquier otro ex recluso, pero eso es una cosa y otra bien diferente es que nos lo vuelvan a poner como icono del buen hacer y decir, sentando cátedra con su verbo estudiado y florido y luciendo para el respetable su cuidada imagen, como en los mejores tiempos, pero un poco más mayor, porque el tiempo pasa para todos, ricos y pobres, aquí sí que no hay diferencias por muchos estiramientos y cirugías que se hagan. Bien, este ex banquero fue condenado a 20 años de cárcel por estafa, apropiación indebida y falsedad. Eso está en su curriculum, quiera o no quiera. En este sentido puede afirmarse que Mario Conde fue un adelantado a su tiempo. Todas las bellaquerías que ahora estamos viendo en el sector del mundo de las finanzas tienen su antecedente en la actuación de Conde con Banesto. Seguro que jurídica y penalmente son casos con matices diferentes y los paralelismos deben de recibirse con cautela, pero en algo sí que hay que llamar la atención, a este lo mandaron a la trena y los de ahora campan a sus anchas, con unas indemnizaciones astronómicas y exhibiendo tantas medallas como empresas bancarias han ido hundiendo. Casi se puede decir aquello de que detrás vendrá quien bueno me hará. Así se escribe la historia. Cuando la revisen las futuras generaciones es posible que sientan vergüenza ajena. Este es un país de unos cuantos pícaros que se aprovechan de unos muchos pardillos. El día en la que sociedad ruja, entonces será el llanto y el crujir de dientes. ¿Habrá que esperar mucho?
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