El desvío del IPC no repercutirá
en las pensiones. Una vez más, surge la frustración, precisamente en un sector
que está haciendo de amortigüador de la crisis, con un papel decisivo en la
economía familiar. No sé como a los gobernantes se les ocurre abrir la boca,
porque, al final nada de lo que dicen llega a cumplirse. Y así una vez tras
otra. Para el ciudadano la vaciedad del lenguaje, la frivolidad de las formas,
la incredulidad configuran un panorama sencillamente desolador. El discurso de los políticos hiere más que ilusiona. ¿Por qué no se callan? permítase la
expresión parafraseando el popularizado arranque de cabreo del monarca español
con Hugo Chávez. Lo grave de este como del anterior Gobierno es que mueve la
boca, pero los hilos los maneja la UE y, particularmente, como todo el mundo
sabe, el poder económico alemán. En definitiva, la acción de gobierno se ha
convertido en un teatro de guiñol o un ejercicio de ventriloquia en el que los
dirigentes son figuras de trapo o personajes aterciopelados que gesticulan con
voz prestada. Luego viene una segunda parte que es la lectura que hacen los
medios según el color del cristal con que miran el acuerdo del Ejecutivo. Unos
nos transmiten el mensaje de que las pensiones más bajas han ¡subido! un 2%; otros
prefieren subrayar lo que dejará de ingresar un pensionista medio; unos que
Rajoy cede ante la UE, como que tuviera segundas opciones, y otros que Mariano no tiene más remedio que someterse a las directrices
comunitarias y así sucesivamente.
¿Y la oposición? No está ni se le espera, al menos mientras no ordena la casa... y, sobre todo,
las ideas.
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