Por la boca muere el pez, reza el
viejo refranero. Los políticos invocan a diario la transparencia, la luz y los
taquígrafos, la limpieza democrática, pero en no pocas ocasiones todo es puro
humo, abundantes dosis de demagogia y los adjetivos que se quieran añadir. Pongamos
algunos ejemplos. El más próximo es de estos días en que la líder de UPyD
propuso que se dieran a conocer los sueldos de sus señorías y se quedó más sola
que la una con el ruego. El Congreso estudiará el 10 de enero si se publican o
no. Claro, con la que está cayendo poner las nóminas boca arriba suscita indisimulado
temor. La ciudadanía está en este momento, con toda la razón, muy sensible, no
perdona una, existe un gran hartazgo por todo lo que está sucediendo y hablar
de salarios, como no podía ser de otra manera, sobre todo porque se suele vivir
bien instalado en la política, puede producir escandalera. Tenemos también en
este momento la posibilidad de conocer la lista de "espabilados" que
han depositado sus cuentas en Suiza y la gran paradoja es que nada se difunde
al respecto y al individuo que tiene los "papeles" se le mete en la
cárcel, aunque ayer era ya puesto en libertad. A saber la marea de personajes
conocidos que nos podían descubrir, pero mejor non meneallo. Sucedió algo
parecido con Bankia. Nada de comisiones
investigadoras, nada de abrir el melón que damos mala imagen hacia el exterior,
había manifestado Rajoy. Hay mucho bacalao que cortar en materia de corrupción
y fraude fiscal. Pobreza, paro, desahucios, sacrificios para unos, mientras que otros tienen a cubierto
su patrimonio y ven los toros desde la barrera.
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