Veo -y era de esperar- que los
independentistas catalanes CIU y ERC han emprendido un tortuoso y peligroso
camino con el pacto sellado ayer. La portada del periódico El Mundo que yo leo
en twitter cuando escribo estas líneas (anoche) que será la que hoy esté al
alcance del lector si no la cambian, es muy sintomática de lo que digo. Me preocupa
la intencionalidad de un titular a cinco columnas diciendo que el Gobierno
estudia intervenir la autonomía catalana ¿filtración interesada, disuasoria? como
me preocupa la chulería, es decir, la arrogancia y contumacia con que Mas viene
capitaneando la cuestión soberanista, diciendo una y otra vez que está
dispuesto a ignorar la legalidad. Un asunto tan delicado, como pueden ser las ansias
de una parte importante de Cataluña por convertirse en Estado propio,
separándose de España, no puede conducirse de manera tan osada. Está claro que
así no se va a ninguna parte y saber qué secuelas pueden quedar. Lo que nos falta, con la
que está cayendo por razón de la crisis, es que desemboquemos en declaraciones
de situación excepcional y que la tensión se eleve de tono hasta tal punto que
se empiece a insinuar el posible uso de medidas de fuerza impensables en una sana convivencia democrática. Porque, ya hemos tenido algunos avisos, hay sectores
de la derecha que jalearon a militares retirados que decían que había que sacar
los tanques en Barcelona. Ni desde el propio Ejecutivo se salió al paso de estas
barbaridades como yo he criticado en más de una ocasión. A la irresponsabilidad
de los dirigentes de CIU y ERC no se puede contestar con la barbaridad de
recurrir a métodos como los que presuntamente se barajan. Eso hay que llevarlo
por otro camino, que es el diálogo y la negociación y nada de precipitaciones,
ni plazos a la vuelta de la esquina. O nos ponemos las pilas de la cordura y la
sensatez o esto tiene muy mala pinta.
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