miércoles, 5 de diciembre de 2012

Las mamandurrias de Díaz Ferrán


La sociedad está curada de espanto. Si no fuera así estaríamos todos a tratamiento de psicólogo o psiquiatra. La sociedad cuando ve y escucha los informativos está de vuelta de cuantas noticias nos ponen al corriente de las distintas operaciones abiertas contra los corruptos. "Era sabido" suele ser exclamación común, "pero si esto es solo la punta del iceberg" te replica un amigo, "no me dirás que te sorprendes ante estos hechos", señala un tercero. El concepto de novedoso en esta deplorable casuística está cayendo en desuso, dicho sea con cierto afán de caricaturizar. Y esto sucede -ya lo dije en más de una ocasión- porque la ambición del dinero, la usura, el enriquecimiento personal y todos los tejemanejes delictivos que vemos a diario son contra valores que están interiorizados en sectores  importantes de la ciudadanía. "A mi no me importa que meta la mano si hace cosas, si lleva a cabo obras y servicios". Esto, lo mismo que yo, lo habrá escuchado cualquiera de los amables lectores que tienen la paciencia y generosidad de seguirme, refiriéndose a alguno de nuestros gestores políticos. No hay que generalizar, no hay que universalizar la sospecha, hay capas populares todavía en las que anidan los principios de la honestidad, transparencia, ética. Cuando éstas sean notoriamente mayoritarias tirarán de la regeneración. O al menos eso espero. Este preliminar, cuando ya casi voy a cerrar la "acotación", viene a cuento de los principales titulares de estos últimos días que tienen como protagonista al que fuera presidente de la patronal española Gerardo Díaz Ferrán. Esta persona que ejerció la más alta responsabilidad y representatividad para sentarse a dialogar con Gobierno y agentes sociales, a la que se le podría suponer un mínimo de seriedad en la administración y gestión de las empresas, pronto descubriría sus señas de identidad cuando las sociedades que regentaba empezaron a quebrar y sus manifestaciones públicas despertaron extrañeza por su excentricidad. Bien, pues todo tendrá que probarse pero la sociedad está dispuesta a creerse esto y mucho más porque, como indicaba más arriba, las mamandurrias, vocablo que acuñó Esperanza Aguirre, y todo tipo de supuestos delictivos están siendo observados desde hace tiempo por la ciudadanía que los palpa de primera mano en su entorno más inmediato. Lo de Ferrán vamos a ver hasta donde llega.

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