Estamos en el año del 120 aniversario del percance ocurrido el
3 de noviembre de 1892, en la costa ferrolana del acorazado inglés Hower. Me
voy a quedar con las anécdotas, más que con la película de los hechos. El caso
era que la escuadra inglesa del Canal visitaba la ciudad coruñesa. Al abandonar
el puerto, inicialmente estaba previsto que las unidades navales pusiesen rumbo
a Arousa, que fue lugar predilecto durante años para las maniobras de la Royal
Navy, pero en esto que, como decimos los gallegos, el almirante Fraifax, que
mandaba la escuadra, tuvo un "trasacordo" y decidió poner rumbo a
Ferrol porque quería saludar al capitán general, José de Carranza, antiguo
compañero suyo. Total que uno de lo buques, el Hower tocó unas rocas del
Pereiro, a unos setenta metros de la ensenada de San Felipe y allí quedó "clavado".
Los demás barcos siguieron su ruta hacia Ferrol como si nada hubiese pasado. Más
tarde se ocuparían de preparar el rescate. Desde entonces, las rocas del
Pereiro pasaron a llamarse los bajos del inglés. El caso es que Ferrol, de
improviso se encontró con una población flotante eventual de 4.000 hombres que
revolucionaron el abastecimiento de la ciudad. Consumían diariamente 3.500
libras de vacuno llegando a pagarse por cada res 40 pesetas. Otro problema que
se generó fue el del franqueo de 3.000 cartas diarias. Resulta que se agotaron
los sellos y tuvo el Ayuntamiento que autorizar el franqueo. Otra curiosidad es
que los ingleses estaban preocupados porque en las guías de navegación, Ferrol
figuraba como un pueblo insano a causa del foso que rodeaba la muralla del
Arsenal. Durante la estancia de las tripulaciones de la escuadra inglesa se
organizaron numerosas actividades y entre ellas un partido de fútbol. El
Cronista Oficial de la Ciudad, Ricardo Nores, en un trabajo reproducido en el
desaparecido Ferrol Diario, señalaba
que "probablemente fue la primera vez que aquí se celebraron partidos de
fútbol", en un campo de la Gándara. Entre el rescate y las reparaciones, el
Hower estuvo en Ferrol desde el 3 de noviembre hasta el 18 de junio de 1893. El
capricho del almirante inglés de venir a saludar a su antiguo colega, dio como
resultado toda una historia tejida alrededor del buque varado muy cerca de
San Felipe.
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