jueves, 6 de septiembre de 2012

Doble moral de la Iglesia


El obispado de Almería se pasa por el arco de triunfo una sentencia del Tribunal Constitucional y relega a la docente que se casó con un divorciado. Yo me quedo solo con la actitud de la Iglesia y no con otro tipo de consideraciones. Claro que es una coña que en un Estado laico se subvencione a colegios que imparten la Religión y, además, las desfeitas que se produzcan, como este caso, que las pague Juan Pueblo. Dejando claro que niego la mayor, en lo que me quiero recrear es en la doble moral que esgrime la Curia. Casarse con un divorciado es como casarse con un apestado, es unirse a un hombre que vive en pecado, por lo que se ve y entonces ¿por qué la Iglesia acoge en su seno y bendice la unión de divorciada -ojo, se había confesado con anterioridad agnóstica- con el Príncipe de Asturias?  A su vez la divorciada, como todo el mundo sabe, procede de un matrimonio también divorciado, de madre sindicalista y qué sé yo qué cosas más. Por esa regla de tres deberían de estar poco menos que excomulgados todos los miembros de la familia de la actual princesa, incluida ella. La bula para los poderosos, el castigo eterno para los humildes a los que, sin embargo, dice defender. La Iglesia ignora a las instituciones y únicamente  recurre a ellas para pedir sus favores, pero ¿cómo no van estar los seminarios vacíos, los templos ociosos, los cultos desasistidos? ¿Es que se puede vivir eternamente amarrados al dichoso dogma de fe y gobernados únicamente por los designios del Altísimo? Bueno, pues supongo que la docente, como persona creyente, habrá tomado la debida enseñanza. Podrían ponerse muchos más ejemplos de conductas depravadas, corrupciones, etc, que seguro que estarán en la mente de mis lectoras y lectores, pero como escribía al principio, me quedo únicamente con el caso de la desobediencia ejercida por la Iglesia negando la autoridad del Tribunal Constitucional y tomándose la justicia por su mano. Como Dios manda, claro.

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