Ahora que se acabó la Eurocopa y los pertinentes fastos, me voy a ocupar del caso Sara Carbonero. A una campaña en twitter en la que se caricaturizaba su trabajo le siguió, para acabar de redondearla, un gazapo fenomenal en directo al finalizar el partido Portugal-España, cuando le preguntó a Iniesta si le habría gustado lanzar un penalti. El jugador no sabía donde meterse cuando tuvo que responderle que había lanzado el segundo. Los propios narradores principales del encuentro se desternillaban como quedó constancia en una toma que les hizo el propio cámara. Desde luego, motivo sobrado para una nueva oleada tuitera. Mi teoría es que Sara Carbonero no debería de narrar ni comentar al menos los encuentros en los que toma parte su novio Iker Casillas, por razones obvias. Su atención se concentra inevitablemente en esa persona. Y eso es muy humano, pero precisamente lo que tenía que hacer la reportera era haber evitado esas situaciones comprometidas, declinando el papel que le encomendó la cadena de televisión. No lo hizo y la consecuencia es, por ejemplo, el lapsus de este día. La periodista al percatarse del fallo presagió en vivo y en directo la que la iba a caer en twitter. Era fácil de intuir. Carbonero aceptó desempeñar el papel de asistencia en las narraciones de los acontecimientos futbolísticos en los que juega su novio, papel que seguramente el medio remuneró generosamente y los resultados a la vista están. Sarna con gusto no pica, dice el sabio refranero popular. Por tanto, no tiene de qué quejarse. Ella solita se lo ha buscado. Pero dicho esto, también quiero matizar que hubo momentos en que me pareció excesivo el trato de parodia y recochineo que recibió. Yo me abstuve de participar como tuitero. Me dio la sensación de que estábamos ante una especie de bulling o algo así. Y aquí es en donde mi teoría deriva, buscando los motivos. Me entran dudas de que si fuera un hombre se produjera un TT mundial (tema de moda) en las redes sociales como sucedió con esta joven periodista. Para colmo de sus males, también sorprende los términos en que replicó a esa campaña, estableciendo paralelismos con métodos de tortura de la Edad Media lo que me hace pensar que carece de oficio -es muy joven, claro-y que tampoco tiene a nadie que le aconseje debidamente.
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