Ayer se lanzó al mar el casco de una nueva unidad para la Armada de Australia, "Adelaide". Las botaduras son siempre ceremonias jubilosas y tanto más grandiosas cuantas más toneladas de acero se hayan invertido en la obra. En Ferrol estamos acostumbrados. Es lo nuestro, lo cotidiano. Hemos nacido para fabricar barcos. Ferrol es una historia de hombres y barcos y por eso se exaltan estas solemnidades, que congregan a centenares de ciudadanos. El de ayer ha sido un ritual agridulce. Se bota un buque, con la cadena de producción rota y sin saber cuando se va a reanudar. La incertidumbre ya ha generado a estas alturas muchos parados y va a generar más. Cuando se firme el próximo contrato hasta que empiecen a cortarse las planchas habrá transcurrido un período de tiempo letal para el empleo. El silencio de las "machinas", las gradas inactivas, cada vez menos operarios y más espacios vacíos, la mirada perdida del que sobrevive, es la estampa indeseada, es la antítesis de un Ferrol cuyas señas de identidad vienen definidas a lo largo de la historia por una brillantísima ingeniería naval y una cualificada mano de obra. Incrédulos se quedaban los japoneses cuando visitaban los astilleros de la ría ferrolana y comprobaban con asombro como aquellas moles de más de 300.000 toneladas de acero que se botaban en la antigua Astano se deslizaban por la grada y besaban el mar sin romperse ni mancharse. Su temor era que cuando la mitad del casco había entrado en el agua y la otra mitad estaba todavía sobre la grada tenía que partirse en dos. Yo los he visto. Se les ponían los ojos como platos. Ellos construían en diques que llenaban de agua quedando el barco a flote. Pues bien, ayer, en el astillero de Esteiro se palpaba esa melancolía y los trabajadores se preguntaban ¿para cuándo el próximo? Es una pregunta que pesa como una losa en numerosas familias de Ferrol y su comarca y se manifiesta plásticamente en pancartas que transmiten tensión, como las que se desplegaron al llegar las autoridades, y en marchas por las calles y plazas como las que se vienen programando. Yo ayer escribía un tuit: los ferrolanos estamos curtidos en mil batallas, pero nunca resignados. El dique flotante, los quimiqueros de Pemex, ¿por qué tardan tanto?
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