Estos días, habida cuenta de que estoy siendo muy beligerante con la actitud de Alemania con esto de la crisis que nos desangra, he procurado leer opiniones que desmonten mis argumentos, en lugar de dirigirme a aquellas otras que más o menos son acordes con mi posición o yo con la de ellos. Uno de los analistas dice que Alemania no quiere dar facilidades a España porque no tiene confianza en nuestro país y teme que nuestros errores y mala gestión repercuta en su sólida economía. En todo caso y así lo hacía ver el pasado fin de semana el Bundestag, quieren que pidamos el rescate global. Claro, de esta manera seríamos como los guiñoles, ellos nos moverían los hilos y nosotros la boca. Y yo me pregunto ¿qué sucedería si amenazamos con retirarnos del euro y que también lo hicieran Grecia e Italia? Pues que el invento de la UE, hecho a imagen y semejanza de los alemanes, con los resortes del poder en sus manos, se iría al garete y esto sí que ya haría temblar a la Merkel y a toda la comitiva teutona. Es verdad que la UE se pactó con unas cláusulas y que Alemania las está aplicando al pie de la letra. Pero no es menos cierto que ahora se demuestra, cuando surgen las dramáticas dificultades que nos asolan, que la UE no fue articulada para hacer frente a una crisis que, realmente es cuando se le necesita. Yo también soy de los que creo que la UE hay que refundarla o reinventarla con criterios de equilibrio y dotada de los mecanismos precisos de los que hoy carece en materia de política monetaria y fiscal. Lo que sucede es que estamos ya con el agua al cuello y en el corto plazo hay que resolver los retos del momento: España e Italia y por lo visto nada hay que calme a los mercados. Tampoco las medidas de ajuste que acaba de anunciar Rajoy y las que puedan sobrevenir. Ayer la prima cerró con los 558 puntos básicos. Estamos muy pillados
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