"No tenemos nada de qué avergonzarnos", manifestó Mariano Rajoy clausurando un congreso del PP. La propia afirmación delata el estado de ánimo en que se encuentra, cuando menos el presidente, si es que no encarna el sentir de la militancia del Partido Popular. Excusatio non petita, accusatio manifesta. Creo, sinceramente, que es una expresión de lo más desafortunada y que revela o que Rajoy ya no controla el discurso o que fallan sus asesores, o ambas cosas a la vez. ¿Sienten vergüenza las bases de militantes y simpatizantes? Pues si es así tome nota el líder de los populares porque lleva solo unos cuantos meses . ¿Qué sucederá cuando se cumpla un año de gobierno? Eso que dijo Mariano -aunque parece que ayer fue su gran día porque también exclamó eso de que en España hay españoles- refleja una autoestima más baja que la Bolsa y por si fuera poco a este cúmulo de despropósitos discursivos se suma el "Que se jodan" de la chica esta, hija de Carlos Fabra, a la que había que meterle pimiento picante en la boca para que no diga palabrotas. Es verdad que hay casos similares en la otra bancada de la oposición, pero en este momento cobra mucha mayor relevancia lo que se dice dadas las circunstancias en las que vivimos, con la sensibilidad y la indignación a flor de piel. La violencia en el lenguaje desacredita a quien la practica, no tiene vuelta de hoja. Quien carece de argumentos y recurre al insulto ha perdido toda la razón, si es que tenía alguna. Y ya el colmo es ver la imagen de los diputados del PP aplaudiendo la batería de sacrificios que el Ejecutivo impone a todos los administrados, aunque a unos más que a otros. En Italia, se recordará, la ministra de trabajo rompió a llorar cuando anunciaba las primeras medidas de ajuste. Lo que en Italia se llora, en España se aplaude. Para reflexionar.
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