El ejercicio del periodismo lleva indisociablemente aparejado el ejercicio de la crítica. Parafraseando a esa especie de silogismo que reza si no hay periodistas no hay periodismo yo añadiría si no hay crítica no hay periodismo. La profesión atraviesa el peor momento, porque también está gravemente afectada por la crisis con pérdida de miles de empleos y, además, porque su imagen se ha deteriorado sensiblemente en los últimos lustros. A mi modo de ver, una de las razones del desprestigio podría deberse a una excesiva politización, como sucede en otros estamentos. Acostumbramos a ver periodistas del PP versus periodistas del PSOE, o lo que es lo mismo, profesionales que defienden a ultranza postulados conservadores enfrentados a los que se alinean con los socialistas. Está a la orden del día en las tertulias televisivas. El debate parlamentario se traslada a los platós y estudios de radio en donde el discurso se enardece y suenan los aplausos a uno y otro bando, toda una escenificación muy espectacular. Empero, con el paso del tiempo el alineamiento ha restado credibilidad y si el periodismo pierde credibilidad, tampoco es periodismo, es otra cosa. En el advenimiento de la libertad, en la propia Transición, los medios de comunicación jugaron un papel decisivo, actuando de árbitros y fiscalizadores del juego democrático, pero poco a poco se ha ido produciendo una especie de movimiento simbiótico o mimetismo en virtud del cual la política se ha tragado al periodista y el ciudadano se ha quedado sin su alter ego, esa figura que no se casa con nadie y que reparte dosis de crítica a diestra y siniestra. Encarnaba muy bien -No es la primera vez que lo comento- ese ejercicio la periodista Ana Pastor que ¿dirigía? el programa de "Los desayunos de TVE". El periodismo debe de militar en la búsqueda de la verdad informativa, sea del color que fuere y caiga quien caiga. Solo así la sociedad tendrá en el periodista ese seguro de libertad y transparencia que anhela. Para terminar, tengo que matizar que el fenómeno de la politización no es generalizado, pero es el que se ve a diario y el ciudadano tiende a universalizar por el influjo de los medios en los que se practica. Algo huele a decadencia en nuestro oficio. Algún día, la recuperación de unos valores y principios irrenunciables.
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