En la Galicia mágica, las catástrofes parecen llevar un sello bíblico. No se derraman en el mar unas cuantas toneladas de crudo sino que el oro negro invade con dramática frecuencia nuestras anchas y extensas costas castigando la fauna y la flora de manera irreparable. No se queman cuatro hectáreas de monte bajo sino que las llamas devastadoras recorren kilómetros y kilómetros a la velocidad del viento dejando atrás el olor a ceniza y tierra quemada. No encalla un barco en un relieve del fondo marino sino que se estrella contra un puente, parte en dos una vía de comunicación y deja a una población aislada. Materiales para la narración, titulares para la literatura periodística que dan la vuelta al mundo en tiempo real y reportajes gráficos para la Wordpress Photo y, cómo no, para nuestro Galicia en Foco, del Club de Prensa de Ferrol. Y este país cunqueiriano, del conxuro y la santa compaña, de un paso adiante e outro atrás que firmó el poeta chairego Díaz Castro, llora enmudecido sus penas e impotencia. Es la Galicia resignada, la Galicia del aldraxe secular, del alma encallecida... por un lado xa ves e por outro que queres que che diga. Ahora tocó el turno a nuestra joya ecológica, como califican unos, emblema de la biodiversidad, dicen otros, parque natural, ecosistema único de Europa... Y nos perderemos en los adjetivos y en el humo que sale incesante de las Fragas do Eume, y en el humo que ciega los ojos de los políticos y que envuelve la ineficacia de unos y otros, de tirios y troyanos. Y así, hasta la próxima.
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