En
alguna ocasión lo califiqué como un gran activista cultural, aunque
la definición, más o menos ajustada a su perfil, no retrata la
verdadera dimensión del ciudadano al que me refiero. Nuestra
particular historia tendrá que recoger y reconocer el hito de
que un ferrolano forme parte, desde hace ya algunos años, del
Consello da Cultura Galega. Apoyado por personalidades de la talla y
prestigio de Ramón Castromil o Maximino Zumalave, alcanza un brillo
especial en ese foro al descubrir la obra de Pepito Arriola como
compositor, un hallazgo que los expertos no dudan en valorar como
fenómeno de carácter internacional, ya que hasta ahora aquel niño
prodigio había destacado únicamente en su faceta de gran
concertista de piano. Este hombre, al que no he identificado
aún, es un trabajador de la antigua Empresa Nacional
Bazán, condición de la que suele presumir, y debe ser la única
de la que hace gala, ya que lleva muy interiorizado el sentido de la
humildad y la discreción. No es el momento de recordar
minuciosamente su trayectoria y su compromiso con la cultura,
canalizado en las últimas décadas a través del Club de Prensa de
Ferrol. Si lo aludo es porque, como mucha gente sabe, su salud se
quebró en los últimos tiempos y precisamente estos días se
recupera, muy satisfactoriamente, por cierto, de una delicada
intervención quirúrgica. Este es un recado de aliento y ánimo para
el amigo y leal colaborador, Luis Mera.
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