viernes, 23 de marzo de 2012

Un muchacho excelente

A Javier Gómez Noya podía cantársele aquello de "es un muchacho excelente", porque reúne un montón de cualidades, al margen de las deportivas, entre las cuales destaca su singular talla humana. Tan joven y tan maduro, nunca ha dejado de tener los pies en el suelo.  Su actitud cívica, solidaria, de compromiso personal con los demás, con Ferrol  y los ferrolanos, es digna del mayor reconocimiento. Desde luego, Gómez Noya es un ejemplo a seguir como deportista y también como persona. Viendo este día la foto en la que aparece en medio de numerosos colegiales de un centro de enseñanza local me despertó la reflexión. No porque sea la primera vez en la que se muestra asequible a los más jóvenes sino que, precisamente, porque manifiesta, siempre que puede, su voluntad de colaboración, disipando toda sospecha de que los laureles del triunfo recogidos por el mundo adelante lo pudieran abstraer de la realidad cotidiana. Es por eso por lo que despierta mi atención y admiración y estoy seguro que la de innumerables ciudadanos. La colección de carabelas de plata que otorga el Patronato Municipal de Deportes, que deben de tener ya colmadas sus vitrinas, junto con las artísticas estatuillas que entrega  Diario de Ferrol en sus galas anuales, estoy convencido de que tienen un sabor especial para esta menuda pero gigante figura, el mejor entre los mejores triatletas del mundo. Una vida, hasta ahora y que dure,  plena de victorias deportivas al más alto nivel y rendimiento va asociada necesariamente a una vida entregada al sacrificio y a la disciplina diarios, sin bajar la guardia ni un solo instante. Es el precio de los grandes, de los deportistas de elite. Javier Gómez Noya, ferrolano, bicampeón del mundo de triatlón es, asimismo, modelo para jóvenes y mayores de una ética y estética humanas, que no siempre coinciden en personalidades que alcanzan tan pronto las más altas metas.

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