Actualmente, diez países del mundo están gobernados por mujeres. Como son diez, los voy a mencionar: Alemania, Brasil, Argentina, Costa Rica, Australia, Lituania, Islandia, Liberia, India y Tailandia. Digamos que el liderazgo más poderoso lo ostenta Angela Merkel. La pregunta que yo me hago a la vista de esta estadística es ¿existen diferencias apreciables con los hombres en la manera de gobernar? La sociedad va dando pasos en el proceso de incorporación de la mujer a puestos o escenarios importantes de la empresa y de la gestión política. Frente a las expectativas que puede despertar una mujer moviendo los hilos del poder está el hecho de que en realidad gobierna rodeada de hombres y, por consiguiente, bajo la hegemonía del código masculino o asumiendo éstas los roles y criterios de aquellos. Podría pensarse que la mujer aportaría una sensibilidad diferenciada, incluso una apuesta por el cambio de rumbo del mundo, pero hasta ahora no parecen darse las condiciones para que esto suceda. Antes de ahora hemos visto el caso de Thatcher y hoy lo corroboramos con el ejemplo de Merkel. Podría afirmarse que la mujer gobierna, en donde gobierna, pero lo hace en el "reino" de los hombres. Para que la mujer actúe como motivadora de un cambio social, si es que no negamos la mayor, queda mucho camino por recorrer. Hace unos años, Ruth Davis, embajadora de EEUU en el foro mundial celebrado en Barcelona, decía que si las mujeres tomaran el poder habría menos conflictos ya que, según diversos estudios, son más proclives a la cooperación y diplomacia. ¿Realmente, existe una visión femenina de la política o llegadas al poder gobiernan siguiendo los mismos patrones que los hombres? "Si las mujeres mandasen/en vez de mandar los hombres/serían balsas de aceite/los pueblos y las naciones" reza la letra de una antigua zarzuela. También en este caso, la realidad parece contraponerse al estribillo. Estamos viendo, sin que pueda generalizarse, claro, que las mujeres, situadas en lugares de poder de la empresa o la política, se embadurnan en las aguas cenagosas de las corrupciones y corruptelas, tragan con injusticias manifiestas, manipulan o intentan manipular la opinión ciudadana, se erigen en cómplices de la degradación política, económica y social...Lo que estamos viendo a diario, para qué voy a seguir. O no hay diferencias entre ellos y ellas o los tiempos no son llegados para las mujeres. Me quedo con lo segundo, aunque solo sea para alimentar la esperanza.
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