En el pasado, Alemania canalizaba sus ambiciones expansivas a base de cañonazos, en el presente lo hace a base de estacazos, más conocidos por rescates. El método actual es más fácil y menos cruento. No voy a decir incruento porque alguna vida puede que se haya perdido en la desesperación de una crisis que no cesa de oprimir a los más vulnerables y en cuyo proceso tienen mucho que ver las directrices emanadas del gobierno del país teutón a través de su brazo ejecutor el Banco Central Europeo. Decía recientemente el analista José Carlos Díez, muy presente en las tertulias y debates de la televisión, que Alemania no corría el riesgo de incumplir las normas; simplemente las cambiaba, las redactaba a la carta y de esa manera esquivaba cualquier posible transgresión. Quienes me siguen saben que soy muy crítico con la política de la canciller Merkel, pero también son conocedores mis amig@s de que hay legión de ciudadanos de todo tipo y condición que se alinean en las mismas tesis. Días atrás leíamos como en Italia crecía por momentos un sentimiento antialemán, fenómeno que el tecnócrata Monti esgrimió ante su amiga Merkel, a la que a finales de junio, en aquella destacada cumbre de primeros espadas de la UE, emplazó bajo la amenaza de presentar su dimisión. El presidente español, sin embargo, está siendo mucho más dócil, gobernando al dictado de Angela Merkel, que lo induce a pervertir todas sus promesas electorales, como antes hiciera con el propio Rodríguez Zapatero. El partido que se postulaba como salvador de la debacle -recuérdese lo de Montoro "dejad que España se caiga que ya la levantaremos nosotros"- se ha convertido en el principal verdugo de las capas medias y bajas de la sociedad española. Retomando la hoja de ruta marcada por Alemania, señalar que ayer aparecía también en titulares de prensa que la canciller quería impulsar un nuevo tratado de la UE, bajo el principio de una mayor integración. Cualquiera puede sospechar, con toda la razón, que toda iniciativa que parta de esta señora será para servir a los intereses de su país. En fin, seguimos como estábamos, Alemania tocando la corneta y España marcando el paso. Y lo que te rondaré morena.
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