"La situación por la que atraviesa el Ferrol desde hace algunos años no puede ser más desconsoladora. Olvidado por completo de los Gobiernos que vienen sucediéndose y sin que nadie se interese por su porvenir, se le ve decaer de día en día, sin que a nadie preocupe la triste suerte que a todos nos espera. Nuestros magníficos arsenales, creados en nuestra espaciosa y abrigada ría por el genio de Ensenada se hallan en el más punible abandono". Esta que parece una reflexión actual está datada sin embargo en el año 1894 y extraída de las páginas del periódico ferrolano El Correo Gallego. Pero es que el mismo contenido nos los encontramos si seguimos hurgando en años sucesivos hasta llegar a nuestros días. Más de una vez lo hemos subrayado, la historia de Ferrol se repite cíclicamente. Es la historia de un movimiento pendular, de unos dientes de sierra que alcanzan altura cuando se registran encargos en los astilleros y retornan al valle cuando fallan los pedidos. Cuando esa crónica se escribía, Ferrol era la capital del primer Departamento marítimo de España y "el segundo pueblo de Galicia en importancia", según sostiene L. Neuma, que firma el trabajo. En ese caso también hemos perdido las mencionadas posiciones militares. Más allá, el cronista, en un largo recorrido, incluso reparte críticas a la tardanza en el impulso del ramal del ferrocarril Betanzos-Ferrol. Digamos que al final ese tramo se consiguió, pero el tren sigue circulando a la misma velocidad de antaño y del AVE no se ha vuelto a hablar. Y con los efectos de la crisis, casi mejor non meneallo. En los astilleros de las antiguas Bazán y Astano ha empezado a crecer la hierba, en el de Perlío hace ya tiempo, síntoma evidente de unos astilleros ociosos y de la angustia de numerosas familias que si no han ido ya al paro ven en inminente peligro su puesto de trabajo. Seguiremos clamando por el dique flotante, mientras en Madrid miran para el otro lado. Me consta el empeño del alcalde porque lo ha manifestado en reiteradas ocasiones, pero mucho me temo que una vez más el dique flotante corra la misma suerte que aquella fábrica de vidrio de los años ochenta o tantas otras iniciativas barajadas y ninguna materializada a lo largo de todo el proceso de lo que se ha dado en llamar erróneamente la reconversión. En fin, por un lado ya ves y por el otro que quieres que te diga.
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