Es increíble como desde los más
altos resortes del capitalismo financiero se juega con una frivolidad pasmosa con
la inteligencia de los ciudadanos. Ayer lo comentaba en mi cuenta de twitter
poniendo de ejemplo al Fondo Monetario Internacional (ese organismo que estuvo
dirigido por Rodrigo Rato dos años y del que ahora cobra una pensión vitalicia
de 150.000 euros) que acaba de reconocer que al exigir austeridad se liquida el
crecimiento y acto seguido le lanza un recado a Portugal instándole a que
alivie nómina de empleados públicos. Por un lado, se acuerdan tarde mal y
arrastro, después de que ya está hecho el daño, aunque les importa un bledo, de que el "austericidio" no conduce a ninguna parte y, por el otro, no se
les suben los colores cuando imponen más austeridad en este caso al país
vecino. Esgrimen una teoría y la contraria. Lo hizo la propia UE con España, diciendo
en más de una ocasión que ya habíamos hecho los deberes y al poco tiempo le
exigía y le sigue exigiendo a Mariano más políticas de ajuste. Queda claro que esta
élite económica y neoliberal gobierna tomándonos el pelo, utilizándonos de campo de ensayo, de conejillos de indias, en tanto que la alegría
de sus decisiones genera de manera progresiva exclusión social, deterioro a
pasos agigantados del estado de bienestar y una psicosis colectiva que si bien
es cierto que canaliza en la calle movimientos de protesta, no lo es menos que
la sociedad hasta ahora viene demostrando una desazón contenida cuando curiosamente
ya nos anuncian que las estadísticas cruzaron la barrera de los seis millones de
desempleados. "Mexan por nós e temos que dicir que chove" (orinan por
nosotros y tenemos que decir que llueve) es una sentencia gallega que cobra un
realismo palmario en esta situación.
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