Sesenta y tres diputados, inclúyase al
presidente Rajoy, tienen casa en Madrid y sin embargo perciben las dietas por
alojamiento. Claro, luego los políticos consideran que la opinión pública y
publicada los trata mal. Este comportamiento lo que hace no es otra cosa que
poner en evidencia la ramplonería de algunos que, quiérase o no, extienden esa
mala imagen a los demás. Parece que estos aprovechados no tuvieran conciencia del daño que se hacen a
si mismos y a los demás. Lo de las dietas por alojamiento, por otro lado, no es
más que una de las muchas y variadas ramificaciones de una cuestión troncal que
es la falta total de ética y la ambición desmedida por sacar partido de todo y
enriquecerse personalmente si la oportunidad se presenta. Léase corrupción. En mi cuenta de
twitter colgué un mensaje en el que clamaba a jueces y fiscales que actúen
"dando caña" por diestra y siniestra, antes de que este país se
convierta en la casa de tócame Roque. Leíamos también ayer que la preocupación
de los ciudadanos por el asunto de la corrupción había desplazado a la sanidad
y educación. No debe de sorprender. Son tantos los casos repartidos por la piel
de toro, atribuidos a las principales formaciones, de signo centralista y
nacionalista o independentista, que es inevitable que se generalice y que la
ola envuelva a todos, incluidos los que todavía observan algunos de los
principios que deben de regir en el ejercicio de la cosa pública. La crisis
económica y la corrupción y todo tipo de desmanes suelen ir de la mano, generando
un clima de una especie de caos, aunque, a decir verdad, lo de meter la mano en la "boeta"
del erario público empezó mucho antes de que se desinflara la burbuja inmobiliaria. Es la tendencia, es ese gran Trending Topic (TT) en el lenguaje tuitero.
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