martes, 22 de mayo de 2012
Gran embrollo nacional
Hacer un retrato del clima que estamos viviendo los españoles se me antoja ardua tarea. Particularmente, tengo la sensación de encontrarme en un gran laberinto en el que el problema no es tanto encontrar la salida, siendo importante, sino en saber qué me espera al final de este gran embrollo nacional. Ruíz Gallardón, un chico que parecía majete, habla de los logros positivos del franquismo en Intereconomía. Mire usted, Sr. Ministro, la falta de libertad, la represión y la muerte entierran cualquier aspecto positivo de una dictadura. Y punto pelota. Cualquier otra apreciación es endulzar la imagen de un negro período de la historia de España que nunca más deberá repetirse. Por su parte, el Fiscal General del Estado mete al cajón el caso Dívar. Aceptaría la resolución si el titular del Consejo del Poder Judicial presentase acto seguido la dimisión. No pienso tanto en los dineros presuntamente malgastados en desplazamientos de recreo-él ya dice que se trata de una miseria, luego reconocimiento implícito- como en la actitud carente de toda ética de una persona que imparte justicia y que está obligada a observar escrupulosamente determinados códigos de conducta. Pero si el Fiscal frena el asunto y el denunciado no dimite, echemos más leña al fuego en la percepción ya bastante generalizada de que esto de la Justicia es un cachondeo. Sigamos, tres comunidades autónomas gobernadas por el PP acaban con el culo al aire por haber falseado las cuentas y, como en este caso el filón de la herencia no encaja, lo mejor es minimizar el diferencial del déficit y convencer a los españoles de que en la inmensidad del océano unas gotitas de agua no tienen relevancia alguna. Otro ejemplo de este mundo al revés. El secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta fiscaliza ahora y sentencia unas cuentas falsas que, al parecer, él administró en la comunidad de Madrid. ¿Kafkiano, esperpéntico, surrealista? Ayer veíamos que el futuro presidente de Bancaja es un imputado por falsedad contable. ¿Seguimos? Casi mejor, sigo buscando la salida. Prefiero continuar en el laberinto.
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