Que después de oír la barbaridad de miles de millones que hay que inyectarle a Bankia, haya que asistir impávidos al recochineo del nuevo gestor Goirigolzarri cuando dice que todo está bien hecho, que no hay nada que depurar en materia de responsabilidades y que no quiere ayudas a devolver sino ampliación del capital, no cabe duda de que al personal se la ido la olla y, lo peor, con la complicidad de un Gobierno que debería pegar un puñetazo en la mesa y defender con vehemencia el interés público. Si las cosas van tan mal como demuestran los hechos que recurra a la nacionalización y punto pelota. Tenía la intención -ayer lo anunciaba- de elevar el tono de mi discurso periodístico, como terapia contra el derrotismo y el pesimismo, pero, claro, sobreviene la provocación con tal fuerza que obliga a salir al paso, aunque solo sea para abrir la válvula de escape del cabreo y la indignación y acabar jurando en arameo. Los directivos de Bankia hacen rematadamente mal las cosas y luego hay que salir en su auxilio con la fórmula de dar dinero público a una empresa privada para que se reponga y más tarde reparta dividendos, lo que se dice, socializar las pérdidas y privatizar los beneficios. Es que hace falta tener cara dura. Si esto se hace así y la sociedad no reacciona, empezando por los partidos políticos, está claro que navegamos en un barco a la deriva cuya única y desesperada solución vendrá por la vía del rescate y la intervención. Se cumplirá lo de España capital Berlín y bailaremos al son que nos toque la Merkel. Escenificaremos el caso griego y convertiremos la situación en una tragedia con la dignidad de país por el suelo. La pregunta del millón es por qué existe tan poco interés en investigar las causas de la quiebra de Bankia, porque si malo, por la imagen que se pueda dar, es abrir en canal a la entidad y que se conozcan todas las miserias que rodean el caso, peor será de cara al exterior y a los dichosos mercados que se haga tapadera ya que de esta manera levantará todo tipo de sospechas. Se dice también que Bankia es el gran banco del PP, pero las responsabilidades también alcanzarían al PSOE durante su etapa de Gobierno. En suma, esta es la España atrapada por las nefasta actuación de los políticos, que esconde intereses sombríos y luchas intestinas de poder. Una peniña.
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