Lo que sabemos de Bankia hasta ahora parece ser sólo la punta del iceberg. Debajo de la alfombra tiene que haber mucha tela que cortar cuando los dos grandes partidos rechazan la idea de una comisión de investigación y cuando Rubalcaba, pillado por las cámaras de televisión, dice que se quiere cargar (expulsar) a una senadora correligionaria porque presuntamente filtró que había división interna en las filas socialistas con este asunto. Qué papelón estamos escenificando de cara al exterior. Nuestra imagen está por los suelos inevitablemente. ¿Y de esta manera se quiere tranquilizar a los mercados? Más, el problema ya no es solo el que dirán y harán los mercados sino la desconfianza que se ha adueñado de una gran mayoría de los ciudadanos españoles. Nadie cree nada. Lo que se dice hoy se desmiente mañana con absoluto descaro. Da la sensación de que caminamos hacia la mayor degradación de nuestra joven democracia. Y no resulta extraño porque hoy nos cuestionamos todo: los graves problemas que envuelven y empañan la imagen del monarca, que es el Jefe del Estado, el juego sucio de la Justicia uno de cuyos últimos eslabones acabamos de comprobar con el caso de C. Dívar, Las patrañas de los políticos, el saqueo de las cuentas bancarias, la debilidad de un Gobierno que, como el anterior, anda a tumbos y no sabe por donde salir, qué excusas poner y a quien echarle la culpa de todo lo que está ocurriendo. El adelanto del cese de Fernández Ordóñez es una muestra más del tíovivo en que se ha convertido el escenario político español. Pienso que estamos empezando a dar pena por ahí adelante, que empiezan a compadecernos . Es muy preocupante todo lo que estamos viendo, escuchando y leyendo. Al día siguiente de que la crisis cese, a este país hay que ponerlo patas arriba, para someterlo a una intensa fumigación que acabe con la plaga de parásitos, despojarlo de hábitos que hieren el olfato y recuperar, en definitiva, el concepto de la política como el arte de lo posible sí, pero también como el ejercicio de un servicio a los ciudadanos y no a la inversa, que es la perversión que estamos sufriendo actualmente. Y, ojo, llevará tiempo reponer la imagen y la credibilidad. Esa es la papeleta que espera a las jóvenes generaciones, si es que a esas alturas no emigraron todos al extranjero.
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