En el momento de escribir estas líneas leo y celebro la
noticia de las distinciones que el Ayuntamiento de Ferrol hace todos los años:
la de "Ferrolán do ano", que recae en esta ocasión en la Universidade
da Coruña y las insignias de oro, una de las cuales lleva para mi, además del
mérito y el reconocimiento que ningún ferrolano pondrá en duda, una gran carga
de afectos y luchas compartidas a lo largo del último cuarto de siglo, ahora
que va a celebrarse precisamente el 25 aniversario del Club de Prensa de Ferrol.
Me refiero a Luis Mera que ya traje a estas modestas "acotaciones" en
más de una ocasión, la última con motivo del homenaje que un grupo de amigos del
periodismo, artes y letras, promovimos. Luis Mera es de esas personas que
portan la etiqueta de la grandeza de la humildad, de ahí que al conocer la
noticia de la concesión de la medalla de oro de la ciudad lo adivino
revolviéndose incómodo entre sus pudores a la luz del pensamiento que siempre
ha presidido sus actuaciones que no es otro que el compromiso incondicional con
el mundo cultural e intelectual. En su obra como activista, dinamizador e
investigador, ha escapado, como el gato escaldado que huye del agua fría, de
los protagonismos. Siempre se refugia en el segundo plano, o en la última fila,
allí donde se pierda la mirada del otro. Ha sido y es para él una ley de vida,
un código de conducta insobornable, uno de los valores que adornan su
trayectoria, bañada, como no podía ser de otra manera, de un acendrado sello humanista.
Felicito a la Corporación Municipal por esta decisión que
aplaudiremos con especial calor en la solemnidad de San Julián, día 7 de enero,
en cuyo transcurso se escenificarán estas distinciones, felicitación que
hago extensible, obviamente, al resto de los
laureados.
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