Tenía yo ganas de contar el episodio que sigue a
continuación. Habrá muchos ferrolanos que lo conozcan, pero habrá otros muchos
que lo ignoren y con mayor razón quienes pertenecen a otros lugares, ciudades o
comunidades autónomas, que tienen la gentileza de ser seguidores, y yo de ellos, en la red twitter y también en Facebook. Lo narra Natalio Rivas en una publicación
que, por despiste, no he tenido la elemental idea de registrar, aunque
reproduzco la página que yo en su día recorté. Natalio Rivas dice poseer
documentos valiosos donados por el culto y republicano médico Santiago de la
Iglesia, nacido en A Coruña, pero que ejerció toda su vida profesional en Ferrol. Entre esos documentos, unas cuartillas del puño y letra del galeno, que cuenta la historia de un regicidio frustrado sucedido con motivo
de la visita de Alfonso XII a esta ciudad en agosto de 1881. Le impone a Rivas
la obligación de no hacerlo público hasta que el doctor de la Iglesia fallezca.
Y así lo hace el "albacea". Corría el 9 de agosto de 1881, víspera de la llegada de Alfonso
XII acompañado de la Reina Cristina. El propio médico republicano contextualiza:
"todas las tentativas para una nueva revolución habían sido estériles,
todos los intentos de pronunciamientos malogrados..." Se reúne en esa
fecha la logia masónica a la que pertenece Santiago de la Iglesia y en el curso
del encuentro un "hermano", natural de Levante y perteneciente a un
cuerpo subalterno de la Armada, dice estar dispuesto a sacrificarse, con la
condición de que "seréis padres para mis hijos huérfanos y amparo de mi
pobre mujer". Y continuó "escuchad, mañana de noche el Rey visitará
los pabellones de las sociedades en el paseo, abiertos como las casetas en la
feria de Sevilla. Yo, de uniforme, tengo fácil acceso y llevo preparada una
navaja de lengua de vaca albaceteña, de cuatro dedos de ancho, cuya hoja
revuelvo 20 veces en el cadáver de un gato podrido y un excremento de 15 días y
al vientre, nada del pecho, nada de tiros que fallan...al otro día de morir el
Rey se sublevan Cádiz y Cartagena y toda España..."Al oír esto Santiago de
la Iglesia se levantó y dijo a los presentes "No puedo permanecer aquí. Soy republicano y masón,
pero no asesino. Que me siga quien piense como yo". Cuenta que le
siguieron los más significados y valiosos asistentes, mientras se oía el tumulto
y gritos "cobardes, gallinas, farsantes"... Eran los que quedaban. De la iglesia termina
"Han pasado 46 años, tengo setenta y seis, "mi humilde personalidad
habrá impedido en su origen el crimen de un exaltado que hubiera desviado el
curso de la historia patria".
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