La dramática situación creada por el paro absoluto en
la construcción de buques podría devolvernos al siglo XIX en el que se
produjeron numerosos paréntesis de inactividad en los astilleros de Esteiro (Ferrol). En una relación de buques -que obra en mi particular archivo-
construidos en dicha factoría en la que se hace figurar el nombre de la unidad
naval y el tipo, así como el año, se pone de manifiesto que entre 1800 y 1900 hubo períodos de ociosidad muy prolongada. Concretamente,
en el año 1807 se citan las goletas "Alarma" y "Cautela" como últimas de su clase
y últimas construcciones también ya que no será hasta el 1825 cuando se
construyan las fragatas "Lealtad" e "Iberia", primeras del
reinado de Fernando VII. Tenemos, pues, dieciocho años de paréntesis, el más
largo, sin duda, de toda la historia de los astilleros de nuestra ría. Más
adelante, en 1826 se registra la fragata "Restauración o Villa de
Bilbao", última del reinado de Fernando VII y no se vuelve a botar la
siguiente unidad de la misma clase, denominada "Cortes", hasta el 1836, primera del reinado de Isabel
II. Y a estos dos tramos hay que unir otro de once años, desde 1837, que se
bota la fragata "Cristina", a 1848 que se lanza al mar la corbeta "Ferrolana". Nicolás Fort y Roldán señala que la quilla de
la "Ferrolana" fue puesta en 1836 y botada al agua a principios de
1849, trece años más tarde, lo que prueba las dificultades en que se encontraba
en ese momento el arsenal. M. Ramírez Gabarrús en "La Construcción Naval
Militar Española 1730-1980", editado por la Empresa Nacional Bazán de
Construcciones Navales Militares S.A. (1980) escribe acerca de este período
"El arsenal de El Ferrol tenía 3.500 obreros en 1790 y en 1833 eran
solamente 87. Realmente, en todo el siglo XIX en la factoría naval ferrolana se
construyeron solo 44 buques, frente a los ciento sesenta y dos de todo tipo,
incluidas barcazas, fabricados en el siglo XX. Queda demostrado, por
consiguiente, que el momento actual de la construcción naval en Ferrol pudiera no tener antecedentes a no ser que nos
situemos en el calendario decimonónico en cuanto respecta a la construcción de
barcos, aunque, obviamente, las circunstancias políticas, sociales y económicas
sean bien diferentes.
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