Capa del cuaderno editado por el Club de Prensa de Ferrol |
Las piezas en su ascenso, por medio de una vía portátil, en el tramo de la hoy conocida como Avenida do Rei |
En el próximo
mes de diciembre se cumplirán ochenta años del artillado definitivo de los
cañones Vickers 38.1 que se llegaron a instalar en el frente marítimo de
Ferrol-Coruña. Nunca llegaron a entrar en combate, no obstante cuando se
realizaban ejercicios, las estampidas eran espectaculares e incluso testimonios
del vecindario de Covas -en el faro Prior se instalaron dos piezas- recuerdan
que las casas sufrían unas enormes vibraciones, en algún caso con rotura de
algunos ventanales. Téngase en cuenta que pesaban 227 toneladas dispuestas
sobre una plataforma giratoria de 360 grados. Por el tubo de 17,6 metros de
longitud se disparaban sus proyectiles de 875 kilos y 1,70 metros de altura que
alcanzaban una distancia de 35 kilómetros. Eran las mismas piezas que fueron
popularmente conocidas en la película "Los cañones de Navarone", si
bien en este caso eran de menor tamaño. El Club de Prensa de Ferrol editó en el
año 1996 el "Cuaderno FerrolAnalisis" dedicado a estos cañones, de la
autoría del oficial del Ejército José López Hermida. Se trata de un magnífico
documento de extraordinario valor que relata gráficamente el esfuerzo ingente
que supuso trasladar las gigantescas piezas desde Ferrol a los puntos de
destino, despertando la maniobra una gran expectación entre los ferrolanos. Para ello se utilizó una vía portátil, compuesta de 50 tramos rectos y 20 curvos que se asentaban sobre el firme de la carretera. El tren de transporte consistía en potentes tractores locomóviles, de 90 Tm, y varios trucks de 30 Tm. López Hermida escribe "estas enormes moles de acero eran sin duda
las grandes estrellas del plan de artillado, destinados a convertirse en los
más temibles guardianes de la costa ante cualquier veleidad de un ataque
naval". Las piezas respondían a un contrato con la firma inglesa Vickers
Limited fechado el 24 de junio de 1927 en virtu del cual España adquiría diez
cañones, ocho de los cuales fueron instalados en Campelo Alto, Cabo Prior,
Lobateiras y Monte de San Pedro (A Coruña). Sería en el 1929 cuando son
descargadas y en los meses siguientes trasladadas a los citados lugares, pero
no sería hasta 1933 en que se hacen las pruebas pertinentes con entrada en
servicio con una dotación por batería de "1 sargento, 20 hombres y 6
miembros del personal auxiliar", relata López Hermida. Solo resta añadir que de los ocho cañones únicamente fue recuperado el cañón y entorno del Monte de San Pedro de A Coruña, en donde se construyó un mirador, el resto pasaron a convertirse en chatarra, como hace ya 17 años denunciaba el autor del documento.
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