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Xosé Martinho Montero Santalha |
Hace treinta y nueve años, esto es, corría el 1975, en vida
todavía del dictador Francisco Franco, el entonces director de la Escuela de
Teología de Mondoñedo, hoy profesor de Lengua y Literatura gallegas en el
campus universitario de Vigo, Xosé Martinho Montero Santalha oficiaba la misa
de Chamorro y pronunciaba una homilía de gran calado galleguista, planteamiento
en el que se alineaban por aquel entonces no pocos sacerdotes gallegos y de
manera singular ferrolanos o con ejercicio en Ferrol. Afirmaba que un gallego
para ser buen cristiano tenía que ser antes buen gallego. "Un galego só
saberá falar intimamente con Deus se o fai na súa lingua" (Un gallego solo
sabrá hablar intimamente con Dios si lo hace en su lengua). En otro momento
dijo que ser cristiano en Galicia significaba promover y defender los valores
de la tierra, su lengua, su cultura, su manera de ser. Una homilía de este
tenor unos años atrás hubiera dado lugar a algún tipo de sanción porque se
asociaría a postulados separatistas. Pero con todo y con eso, el cura no dejó
de echarle coraje, primero porque misó en gallego, segundo por lo que dijo y
tercero porque estábamos todavía en la dictadura. Y un dato más, si se quiere
anecdótico aunque tenía su carga política, era que el sermón fue pronunciado en
un santuario que solía visitar el "Caudillo" todos los años con
motivo de su estancia en el Pazo de Meirás. Esta liturgia a la que me refiero tenía lugar un
lunes de Pascua, 31 de marzo, ante un alcalde y
miembros de la corporación franquista, entre otras autoridades y "fuerzas
vivas" de la ciudad, que supongo que se encontrarían incómodos ante lo que
estaba diciendo aquel "cura rojo". Por si fuera poco el colorido
galleguista de la ceremonia, relata la crónica (
Ferrol Diario) que en un
lateral del altar se instaló la bandera del Real Coro Toxos e Froles y
"todos los cánticos se hicieron en gallego", apunta el periodista.
Rememorando aquel día de Chamorro en el que se venera a Nosa Señora do Nordés,
primer acontecimiento festivo que abre la temporada de romerías de la comarca,
nos situamos en el presente en el que, una vez más, cumpliendo con la
tradición, unos en plan lúdico, otros guiados por sus convicciones religiosas,
el monte de Chamorro será punto de encuentro de numerosas personas, a no ser
que la lluvia, que asomaba anoche, cuando escribía estas líneas, desbarate algunos planes.
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