lunes, 21 de octubre de 2013
Ferrol recupera a Imeldo Corral (1889-1976),
Hace unos días se inauguraba en el Centro sociocultural de
Novacaixagalicia una exposición del paisajista ferrolano Imeldo Corral (Ferrol,
1889-1976). Aunque no llegué a tener relación directa con él, la imagen que me
ha quedado en la retina es la de un hombre enjuto, patillas largas, sombrero de
ala ancha, pajarita, pipa larga, paseando por la calle Real o sentado en el
Casino Ferrolano. También acudía al café Suizo al que llamaba el
"garaje". Leyra Domínguez en "Pintura Ferrolana" (Edita Sociedad Artística Ferrolana, 1987) lo
describía también más o menos así, aunque con más detalles: "nariz gibosa,
andar menudo, ligero como una burbuja"...Imeldo Corral fue un pintor
autodidacta. Solía decir, cuando le entrevistaban, que no había tenido maestro,
que su maestra había sido la naturaleza. En los tiempos de plena producción se
levantaba a las tres de la madrugada, cogía los bártulos y se marchaba andando
hacia la zona zona de Valdoviño o Covas. No en vano decía que se había hecho a
si mismo con mucho sacrificio "sin que nadie me ayudara, aunque yo tampoco
nunca lo pedí" (Entrevista firmada por Carlos Barcón en Ferrol Diario
12-06-1974). En alguna ocasión le aconsejaron que diera clases y él declinó la
recomendación "hubiera perdido mi libertad y esa no la cambio por
nada". Entre las anécdotas contaba que un día se fue a pintar al Retiro
madrileño (en un período en el que vivió con su hermano y su madre en la
capital de España) y hacía mucho frío. Los vigilantes le advirtieron que podía
quedarse helado. Imeldo siguió pintando y cuando se levantó se desplomó. Los
gardias lo recuperaron con un café y una copa. También dijo que fuera el primer
pintor gallego que había colgado en Madrid y fue en el año 1916, en la Casa de
Galicia. Otra anécdota que de él se narra es que fue quien dio nombre de Puerta
del Sol al cruce de Valdoviño en la carretera principal. Fue en una época en la
que vivió allí y unas señoras de una tienda que había en el bajo de su piso le
preguntaron qué nombre le pondría a la encrucijada, él respondió proponiendo el
nombre que ya le quedaría para siempre. El intelectual y también pintor, además
de abogado y profesor, Leyra Domínguez decía que aunque había hecho de la
soledad la razón de su vida (no abandonó nunca la soltería) llegó a tener
relaciones de camaradería con Sotomayor, Castelao, Máximo Ramos, Vicente Díaz y
Bello Piñeiro. Sus paisajes recorrieron
toda Galicia, además de Madrid, Bilbao, Barcelona,
Cuba, EEUU, México... Imeldo Corral, cuya obra se puede admirar hasta enero
en la sala antes mencionada, vivió de la pintura. De muy joven, a los 15 años,
empezó a preparar oposiciones a Correos, "pero los estudios me afectaban a
la salud y los médico recomendaron a mi madre que dejara de estudiar". El mes que viene se cumplirán treinta y siete años de su fallecimiento.
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