miércoles, 23 de octubre de 2013

Adiós a Paco, mi peluquero

La foto de la izquierda corresponde a un reportaje que salió publicado en Diario de Ferrol el 17 de
marzo de 2006, con motivo de la jubilación de Francisco Muíño. En ella aparece flanqueado por sus
dos hijos, el de la izquierda, Fran, es el que tomó el relevo del negocio, con el que se cumple la tercera generación, ya que el padre de Paco también fue peluquero. En la foto de la derecha, el fallecido 
al fondo, en las instalaciones de la "peluquería Novo" que existió en la confluencia de las calles
Tierra y Magdalena.



Cuando uno ha acudido al mismo peluquero durante más de cuarenta años, es evidente que la relación entre ese profesional y su cliente no se queda en una mera visita rutinaria. En mi caso han sido unos dos mil encuentros, o más, cálculo aproximado, en los que hemos hablado largo y tendido, hemos cambiado impresiones sobre todos los temas habidos y por haber, hemos "arreglado el mundo", eso sí, con escasa fortuna, nos hemos explayado en el relato de nuestras respectivas aficiones y gustos, en definitiva, inevitablemente hemos tendido lazos de amistad y afecto sostenidos en el tiempo. Paco ha fallecido. Siento un gran pesar y, he de confesarlo, al mismo tiempo una rabia enorme porque me enteré cuando ha transcurrido un mes y medio largo de su óbito. Sabía que estaba enfermo porque me lo había contado su hijo, a cuyas manos y arte encomiendo ahora el lucido de mi cada vez más escasa cabellera. El otrora peluquero titular ha "transferido" a su hijo este cliente, o dicho de otra manera, el hijo ha heredado de su padre a este fiel cliente, como sé que ha heredado a otros muchos ferrolanos y ferrolterranos: cargos públicos, periodistas, comerciantes y numerosos ciudadanos de toda condición. Se había jubilado hace siete años, entregando el testigo a su hijo Fran. Me consta que aun después de "colgar las tijeras", atendía a algún cliente suyo que tenía problemas de salud o de movilidad para desplazarse. Paco mantenía el gusanillo del oficio al tiempo que solidariamente cumplía con el servicio a domicilio. Además del profesional, uno de los rasgos que brillaban en su perfil era su afición a la pesca. No había río truchero en Galicia y fuera de Galicia que este hombre no conociera. También frecuentaba la pesca en el mar. Entre los hitos de nuestra larga relación, recuerdo que me cortó el pelo unos días antes de mi boda. Estaba entonces (1968) en la peluquería Novo, calle de la Tierra (en donde hoy está el "café Bordón"). Andando el tiempo, Paco llegaría a independizarse convirtiéndose en autónomo e instalando su negocio en la plaza de Canido en donde rindió, hasta el retiro, más de treinta años. Desde entonces, en Novo, hasta que se jubiló, (a los 72 años y 56 en el oficio), en Canido, nunca le he fallado. Me gustaba como trabajaba, como llevaba sus relaciones con los clientes, pero, sobre todo, me admiraba su talla humana. Lo recordaré. 
 

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