La boya del Segaño |
Hace algún tiempo hallé en El Album Ibero Americano, digitalizado por la Biblioteca Nacional
de España, una leyenda muy romántica, especie de melodrama, escrita por José
Luis de León, que la fecha en "Ferrol, julio de 1891", si bien es
publicado el 22-09-1892. La titula como "La Peña del desengaño". No
la ubica en el tiempo, quedándose con la generalidad de que sucedió "hace
muchos años". Bien, pues el fantástico relato nos sitúa ante dos jóvenes,
Juan Almeida, 25 años, "mozo robusto como un pino, valiente como los
hurones y un habilidísimo gaitero solicitado en todas las romerías...nacido en
una casita muy modesta situada al borde de la playa de Coitelada, cerca de la
iglesia de Chanteiro....creció pescando mariscos entre las grietas de las
rocas..." y María de la Purificación, 18 años, "tenía los ojos azules
como los horizontes de Monteventoso en los esplendorosos días de primavera. Sus
rubios cabellos caían en finísimas guedejas sobre su frente...La linda rapaza
era, pues, un conjunto de líneas y contornos capaces de hacer perder los
estribos al mismo Rafael si la hubiese conocido antes que a Fornarina..." Dice
el autor que estos jóvenes se encontraban todas las tardes en el monte y un
buen día "sobre la cumbre del cabo Prior apareció una nube de forma caprichosa,
cuyos matices violáceos presagiaban algo siniestro...En la playa de Cobas se
atropellaba el oleaje con espantosa furia, formando, al estrellarse en aquel
inmenso cinturón de arena, montañas altísimas de espuma...María de la
Purificación temblaba entre los brazos de su amante...Juan Almeida tendía su
mirada al horizonte con la esperanza de ser héroe una vez más, salvando a un
náufrago en presencia de su amada". El fabulador narra la presencia de un
barco en medio de aquel temporal que describe con todo tipo de detalles y
repentinamente Juan Almeida vio asido a un frágil madero como un marinero
luchaba con la muerte. Se lanzó al mar y y nadó hasta el centro de la ría de
Ares, asió con los dientes el cuerpo casi inanimado del marino y después de
grandes esfuerzos lo depositó en la arena. Pero el bravo salvador no contaba
con una inmensa ola que lo envolvió y tras largas horas, calmado el mar, tocó
tierra en la costa de enfrente, herido y agotado. Cerró la noche y María de la
Purificación, desesperada, descendió a la playa en busca de su amante. Vio un
cuerpo tendido en la arena, creyó ver a su prometido, apretó con ambas manos su
corazón y cayó desplomada sobre él, "inundándole de besos y volviéndole a
la vida con el calor de su seno ansioso, palpitante".. Al amanecer, la
guapa moza, se encontró en brazos de un marino extranjero...seis días después
embocaba el Canal de la Mancha con rumbo a Inglaterra, una barca holandesa de
tres palos conduciendo a María de la Purificación, "que prefirió abandonar
por siempre su nido de amores a presentarse de nuevo al rudo marinero, llevando
sobre su frente el estigma de la deshonra". Juan Almeida pasaba los días y
las noches esperándola en lo más alto de la roca donde la abrazó por última vez
"dejadme morir aquí, en la cúspide de esta montaña-dijo a unos vecinos que
le traían ropa y alimentos- añadiendo "si fue para vuestro pobre Juan
paraíso de venturas y atalaya de impulsos generosos, será en adelante para su
corazón la Peña del Desengaño."
Terminaba José Luis de León su historia "en la cima de aquella peña y en
el mismo lugar en que se alzaba la desierta morada de la linda pastora,
construyeron los marinos, andando el tiempo, esa vigía situada al extremo sur
de la desembocadura de la ría de Ferrol y que, por corrupción, figura hoy en
las cartas oficiales con el nombre de Vigía
del Segaño".
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