Un aspecto de la calle Real de los años 20 (De la colección de fotos antiguas del archivo de Ricardo Nores, cedidas por su hijo al autor del blog) |
El otro día llegó a mis manos una especie de crónica que
escribió en su día, años setenta en el Ferrol Diario, el que fuera Cronista
Oficial de la Ciudad, Ricardo Nores Castro. Él lo titulaba "Los años 20 de
la calle Real" y a fe que me resultó muy ameno y divertido. Además,
algunas experiencias que él relataba aún se mantenían en mis años jóvenes,
década de los sesenta del siglo pasado. Es el caso de los paseos arriba y abajo
durante horas en busca de la mirada cómplice, de la sonrisa insinuante, o simplemente
por ver el discurrir de la muchachada, especialmente pletórico en fechas muy
señaladas, fines de semana, noches del estío, etc. Nores habla de "los
paseos matinales y nocturnos que los domingos alcanzaban extraordinaria
concurrencia". Agrega que estos paseos se trasladaban al comenzar la
primavera "a los cantones de Molins y alameda de Suanzes en absurda
discriminación de clases, pues había paseo de arriba o central, con sillería
metálica, de pago, y paseo de abajo sin apenas banquillos de madera". Otro
de los aspectos que señalaba en el repaso que hacía el Cronista Oficial de la
Ciudad de comercios y costumbres de la calle Real era la cantidad de
confiterías y al respecto matizaba "los ferrolanos eran y son muy
"larpeiros" (que le gustan los dulces). En la calle Real había a
pleno rendimiento cinco confiterías que aumentaban en número al llegar el
invierno, cuando llegaba Vicente Arqués, "el turronero del año
anterior" con sus sabrosos turrones de Jijona. Aquellas antiguas
confiterías contaban todas, enftiza el articulista, con su recoleto saloncito
de te". Cuenta también que en dicha calle Real existía el comercio
"La Variedad", que resultó destruido por un pavoroso incendio allá
por el año 1919, "tragedia que inspiró a los copleros del Carnaval:
En el gran incendio
de La
"Variedad"
lucieron las
bombas
de esta gran
ciudad.
Otros componían en el idioma propio
¡¡Tendan as mangueiras!
e aquilo
vertía
como unha
gran peneira.
Continuaré en un próximo "capítulo" con algunos
pasajes más de esta crónica en la que Nores Castro traía a la memoria colectiva
en aquel entrañable rotativo ferrolano, además de lo expuesto, los cafés
cantantes, alguna anécdota curiosa, comercios típicos...
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