La crisis agudiza la imaginación. Ferrolterra llegó a
"acariciar" mil y un proyectos a lo largo de las últimas décadas,
pero nunca cuajó iniciativa de envergadura alguna. He recordado en estas
"Acotaciones de un ferrolés" que una de las industrias que llegaron a
generar mayor ilusión, incluso se habían desplazado a Italia grupos de
trabajadores para ponerse al día de la dinámica y producción de la empresa, fue
la SIV (Sociedad Italiana del Vidrio). Llegó a lucir en terrenos de
Astano un gran cartel que anunciaba el maná prometido. Nada de nada. Hace ahora
35 años se habló de otro proyecto que daría trabajo a los astilleros de la
ría. Era obra de un ingeniero ferrolano, Primitivo González, que abanderó el
traslado de agua potable a las islas Canarias a través de buques aljibes. En la
ilustración puede verse como el desaparecido Ferrol Diario trataba el asunto en
su portada. Inicialmente se cifraba el supuesto pedido en ocho buques
"serían baratos y tendrían un coste de explotación muy bajo por la simplicidad
de sus equipos" subrayaba el rotativo local. La carga del agua podía
realizarse en varias de las rías gallegas dadas las magníficas condiciones de
calado que reunían "quizás únicas en el mundo", pudiendo aprovechar
así el abundante caudal de nuestros numerosos ríos, que se pierde en el mar,
tras producir energía en los embalses hidroeléctricos. El destino podría ser
cualquiera de las islas, pero principalmente Fuerteventura, isla en la que
falta de agua es acuciante y extremadamente cara su potabilización a partir de
agua de mar. Se decía entonces que los buques podrían estar preparados para
transportar contenedores en su viaje de retorno "y así Galicia sería
centro de distribución de productos agrícolas obtenidos en las islas, hacia el
continente, con lo que el coste del traslado de estas mercancías se abarataría
considerablemente". Pues estabas muy bien pensado esto, pero la idea de
Primitivo González se quedó en aguas, pero de borrajas. Los amigos canarios, lo
que se han perdido y no digo los ferrolanos que tenían la cartera de pedidos de
los astilleros bajo cero y además se beneficiarían de los productos agrícolas cultivados en aquellas bellas y extraordinarias islas. Historias para recordar.
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